Los hermanos Foenkinos se unen en la dirección para adentrarse en el mundo femenino -como uno de ellos ya lo demostró y con creces en “La delicadeza”- del cual tienen un avezado conocimiento. Su interés radica en las oportunidades que le ofrece una mujer que ronda los cincuenta y que lidia con la inevitable transformación que sucede cuando se adentra en la menopausia.
El título es una ironía, porque para ella éste momento se manifiesta así, pero tiene que ver en cómo una persona se acepta así misma y más en estos tiempos donde hasta las actrices de cincuenta años parecen olvidadas. Para ello, los guionistas, eligen a una profesora de literatura, para dotarla de un lenguaje inteligente y en primera instancia la enfrentan a su hija de dieciocho años que además es bailarina de ballet.
Con la soberbia interpretación de Karin Viard (La familia Bélier, Delicatesen), el relato se arma con minuciosidad para no caer en el cliché misógino que juzga sin piedad a la mujer como una neurótica y amargada; y convierte las conductas tóxicas en graciosas. Es una estrategia arriesgada para que el público caiga en la trampa de juzgar al personaje al límite de rechazarlo, pero comprenda en carne propia, la lucha de una mujer en esta situación.