Viñeta y fuga
Ya de antemano este sugerente documental muestra el límite del propio retratado. Dice a cámara “No quiero hablar de mi vida privada”, y detrás de esa frase incómoda para comenzar cualquier documental centrado en un personaje/persona se oculta Pablo Fayó, quien en su juventud se convirtiera a fuerza de trazo y desparpajo en uno de los dibujantes de historietas argentino más interesantes y que encontrara en la mítica revista Fierro su medio para dejar una marca y de a poco transformarse directamente de joven promesa a artista, auténtico y que para los amantes de las viñetas representaba un modelo a seguir.
Esa es una viñeta en la vida caótica del Pablo Fayó del presente. Un hombre sencillo que practica la libertad haciendo lo que quiere. Con su guitarra a cuestas y sus milongas en bares porteños, los tangos que interpreta aparecen como corolario de una aventura sin épica. El mito persiste detrás de la pluma y Fayó no puede explicar el porqué de una decisión que lo alejó de la historieta en un momento de gloria. No alcanza con contextualizar su derrotero errático con las vicisitudes del país, tampoco con las pendulares crisis económicas que arrastraron varias editoriales que publicaban historietas por falta de bocas de expendio como la editorial La urraca.
Con esa premisa de la fuga constante, el documental de Santiago García Isler acompaña en su rutina a Pablo Fayó y sin que este se lo proponga lo confronta con su pasado de artista para extraer de su honestidad brutal alguna pista para entenderlo, algo parecido ocurre con sus colegas, editores y allegados que resaltan su capacidad e inventiva pero no pueden perdonarle ese abandono tan caprichoso. Pero a Fayó parece no importarle y como marca su filosofía de vida avanza por la ruta de la existencia sin prisa y con pausa. No lo despabila el sayo de sobreviviente y no desea porque no consume.
Al igual que en sus dibujos, trazos que determinan siluetas, una desmesura saludable que no respeta formas y la confesión a cámara de las dificultades que tenía para rematar finales en sus historietas, Algo Fayó -humorada que funciona en un doble sentido por la idea de incompletud- se impregna de ese estilo: detecta los trazos de un personaje muy particular detrás de su obra; desmitifica la iconografía del artista a partir del despojo de su propio material y rompe el molde de la leyenda porque todo eso significaría darle un sentido y por ende el sentido es la ante sala del final.
Hay veces que las cosas se comprenden pero no se entienden y ese es el caso de este anómalo talento que seguramente podremos encontrar al lado nuestro en un tren con destino hacia vaya a saber uno donde.