Una muerte que despierta el accionar político de una comunidad
Una de las pocas películas locales que reflexiona sobre la construcción política de los sujetos, la que, en este caso, se disparó por la desaparición de la joven Anahí Benitez en 2017.
“Un día la tristeza del mundo se nos coló”, cuenta a cámara, sentada en un pupitre, una de las compañeras de la joven desparecida y luego encontrada sin vida, y Luciana Gentinetta, como parte de la comunidad en la que Benítez pasaba sus días, decide construir su vívido recuerdo del caso que los estremeció, y lo sigue haciendo, escapando a formalismos y explorando desde el soporte una nueva manera de contar la historia, la de Anahí, la suya, la de sus amigos.
A una cuidada puesta en escena para los testimonios, eligiendo espacios poco utilizados en documentales, un baño, una escalera, la calle, se le suma un discurso político que atraviesa a cada uno de los sujetos que ofrecen su recuerdo de los hechos.
Por ahí está el Laucha, con sus cabellos multicolor, íntimo amigo de Anahí, que aún no logra comprender qué pasó con ella y cómo su muerte repercutió de manera directa en la comunidad de la Escuela Nacional Superior Antonio Mentruyt (ENSAM), en Lomas de Zamora, pero también hay otros testimonios, el de su novio, sus amigos y amigas, todos en una misma sintonía, “todos tuvimos que hacernos adultos de un día para el otro”.
El caso, doloroso, inesperado, sirvió, lamentablemente, para comprometer a todos a accionar, a reclamar justicia, a exigir que ninguna mujer desaparezca, y que rápidamente se esclareciera qué pasó con Anahí.
Gentinetta analiza ese emergente político en cada uno de los discursos de los jóvenes, y hasta en la recuperación de imágenes de archivo del tratamiento mediático que se hizo del caso, demostrando, una vez más, la necesidad de capacitación en perspectiva de género para dejar de tildar a las víctimas de aberraciones o, como pasó aquí, ser objeto de la vulneración de su intimidad.
Entre la tensión de esos discursos, más la revisión desde el presente de aquello que sucedió, Algo se enciende (2021), revela la fuerza de una comunidad que se puso al servicio de unode sus miembros, y cómo, a partir de allí, el arte, la cultura, la amistad, los vínculos, se transformaron en el motor para transformar una realidad que ya nada tuvo de normal e intrascendente.
Además, permite comprender el accionar policial y judicial, plagado de mecanismos patriarcales arcaicos, con procedimientos interrogatorios que exponen y vulneran a aquellos que son parte de los mismos.
Entre la ausencia de Anahí, y la presencia y vigencia de la lucha de sus compañeros por mantener viva su memoria y recuerdo, la propuesta se muestra como uno de los más logrados discursos cinematográficos documentales políticos, la que junto a Quién mató a mi hermano (2019) de Ana Fraile y Lucas Scavino, permiten analizar los oxidados mecanismos de la justicia, y la movilización política de aquellos que exigen un esclarecimiento sobre la desaparición y muerte de miembros de una sociedad.