Algunos días sin música es de esas películas que faltan en el cine argentino, y de esas que si tuviesen un aparato grande de difusión atrás podrán llegar a mucho más porque tiene todos los elementos fundamentales para triunfar y destacar: una linda historia bien narrada y ejecutada y, por sobre todo, bien actuada.
Las aventuras de tres amigos preadolescentes durante unos días de verano han sido llevadas infinidades de veces a la pantalla grande de Hollywood, pero es con una sola mano con la que podemos contar las experiencias nacionales y este estreno es más que un digno exponente de que un relato intimista y simple puede ser muy bueno y profundo.
La identidad argentina que se le impregna al film a través de lo que viven estos tres amigos que desean al mismo tiempo que se muera una maestra (y que sucede) está muy bien lograda y actuada por el trío compuesto por Jerónimo Escoriaza, Emilio Lacerna, y Tomás Exequiel Araya. Al principio puede hacer un poco de ruido, pero una vez que el espectador entra en sintonía con los códigos de los chicos la película fluye.
Un gran acierto del guionista y director Matías Rojo es que los personajes sean de clase baja de un pueblo mendocino, porque esto da la sensación de película atemporal en donde la tecnología -salvo por unos videojuegos- no juega un rol en la historia y permite que el entretenimiento sea “a la antigua”.
Algunos días sin música es una película independiente a la cual no será muy fácil acceder, pero si este tipo de propuesta gusta e interesa es una gran oportunidad para buscarla y descubrir lo que ya hemos visto varias veces pero con un sello argentino bien marcado.