La fantasía de la culpa
“Yo elijo a los que quiero que jueguen de mi lado, como un partido de fútbol”. La frase de Guzmán, uno de los jóvenes mendocinos que protagonizan la opera prima de Matías Rojo, puede aplicarse tanto a los enemigos/aliados de la escuela como a la familia. En esos dos mundos se sumerge Algunos días sin música, centrada en la vida del curioso y frágil Sebastián (Jerónimo Escoriaza) y sus dos amigos, el mencionado Guzmán (Tomás Exequiel Araya) y Email (Emilio Lacerna), siempre vestido de karateca, un acierto artístico.
Ambientada en los cautivantes paisajes de Luján de Cuyo y alrededores, todo comienza con la dificultad del primer día de clases. Algo que atormenta a Seba, “el nuevo”, que se muda a un barrio de los suburbios y desentona con el resto. El es un lector voraz, muy curioso y que a cada rato cita como un latiguillo “en las revistas de ciencia dicen...”. Y pone varios ejemplos para el asombro.
La muerte y la culpa son los ejes de análisis del filme. Antes de entrar a clase, los tres chicos desean en simultáneo el fallecimiento de una maestra. Y ella, súbitamente, se desvanece. Muere. ¡Sorpresa!, la finitud aparecerá como algo cercano a ellos, los acorralará para luego meterlos en el limbo del luto escolar. Y búsquedas de por qué.
Así se motorizará una fantasía de la culpa, con sonidos de guitarra, cumbias pegadizas y una hipnótica percusión de fondo que aceitará el paso del tiempo. Y donde los muchachos tratarán de descubrir el motivo del fallecimiento de la docente, a quien creen que mataron mentalmente.
Otro eje jugoso es el contraste y choque con los adultos. Sebastián le dice a su padre: “No quiero crecer, no me quiero parecer a vos”. Y el realizador muestra a los más grandes como sujetos toscos, distantes, armados con la ignorancia y brutalidad. Los niños serán su tamiz, todo tendrá su filtro que puede metaforizarse en cámaras de seguridad o bien con una red de alambre que separa el viñedo de la calle. O al padre del hijo. Barreras que los chicos deberán superar para crecer en paz.