Aliados: La espía que me amó.
Cuando las innovaciones y nuevas ideas en el cine quedan relegadas al mero “rebooteo”, siempre quedarán los directores que traen de nuevo la vieja escuela para darle un aire fresco con el aroma a nostalgia necesario.
Esta vez es Robert Zemeckis (Náufrago, Forrest Gump) el encargado de traernos un film donde la narración clásica no es necesariamente “vieja” y demuestra que un relato de espías de la vieja escuela puede ser el punto de partida (y final) de una gran y trágica historia de amor.
En Aliados, Max Vatan (Brad Pitt) es un Teniente Coronel que llega a Casablanca (Marruecos) en 1942 con la misión de asesinar a un embajador nazi. Para esto, contará con la tapadera de matrimonio simpatizante del régimen nacionalsocialista en la que la rebelde francesa Marianne Beauséjour (Marion Cotillard) forma parte como la supuesta esposa. En esta misión casi suicida podemos ver como este dúo tiene bien en claro como son las cosas, mero trabajo, sin involucrar sentimientos. Pero en el fragor y la víspera del trabajo, y con miramientos a no salir vivos de la situación apremiante, tanto Max como Marianne se dejan llevar por sus bajos instintos y, así, al salir victoriosos e ilesos de la misión, el amor nace y comienzan una vida real de matrimonio en la Londres de 1943.
Pero claro, como nada puede ser perfecto en la vida de dos espías en la 2da Guerra Mundial, los superiores de Vatan acusan a Marianne de ser agente nazi infiltrada y su esposo tendrá 72 horas para limpiar el nombre de la madre de sus hija, o bien descubrir la horrible verdad y apagar la vida de la mujer que tanto ama con sus propias manos.
Zemeckis hace maravillas con la cámara: desde el paisaje desértico de marruecos (aunque se nota un poco el CGI) hasta la ciudad de Casablanca todo es perfección y se ve que a la producción no se le ha escapado ningún detalle, incluso en lo que a vestuario respecta. Los planos del realizador nos llevan junto a sus travellings a contener la respiración y ser parte de la intriga y el suspenso que tan bien maneja, apoyado por la magnífica banda de sonido compuesta por Alan Silvestri y el guión de Steven knight.
La historia es simple pero efectiva: un relato romántico de espías como lo pudo haber filmado Alfred Hitchcock o como la mismísima Casablanca (1942) de la que Aliados toma y mucho; desde el lugar donde transcurre la acción hasta a pequeños guiños que el cinéfilo avesado logrará divisar. Pero aún así, no es una film homenaje, es una propuesta clásica renovada con una historia que tiene una vuelta de tuerca dramática, aunque los tráilers crean haber arruinado la sorpresa, en realidad el conflicto principal es el interno entre Vatan y Beauséjour, y como una semilla de duda bien plantada puede destruir el amor más fuerte.
Brad Pitt está correcto en el papel de este pobre hombre afligido por la duda (a veces un poco inexpresivo, pero no por eso determinante), pero Marion Cotillard es la estrella del film: una dama que juega con la ambigüedad en una sola mirada que puede enamorar o asesinar. Una digna heredera de Ingrid Bergman o Greta Garbo. La química entre ambos es explosiva y uno de los puntos más fuertes del film, más que obvio si se trata de un film en donde la tensión se maneja de manera doméstica y no en las trincheras.
Aliados viene a demostrarnos que las buenas historias vienen desde el relato clásico y que no necesitan de la espectacularidad visual para cautivar, sino de una mano certera como la de un director como Robert Zemeckis para renovarlas, darles una pulida y entregarlas en bandeja de plata.