Portal deslucido
La secuela Alicia a través del espejo de James Bobin intenta reparar los errores de Tim Burton, pero sigue sin convencer.
Algo de reparación y otro poco de controlada irresponsabilidad recorre la posta tomada por James Bobin (Los Muppets) en Alicia a través del espejo, la secuela con actores de Disney después del paso en falso de Tim Burton en Alicia en el País de las Maravillas (2010). La estridencia de esta es aplacada en pos de una estética más austera y contenida pero así y todo saturada de peripecias y referencias fantásticas: adaptación de la obra de Lewis Carroll al Hollywood digital del siglo 21, el filme de Bobin tiene menos del universo de Alicia que de Hugo, Volver al Futuro y las trilogías tolkienianas de Peter Jackson.
Alicia (Mia Wasikowska) vuelve de un viaje en alta mar en el barco de su padre para encontrarse con un panorama económica y moralmente desalentador en el Londres de siglo 19. La opción de la evasión le llega con un espejo a través del que pasa a una habitación especular enrarecida. La estela de Carroll llega hasta allí, a partir de lo cual, puerta en el cielo a lo Magritte mediante (la referencia a la Historia del Arte incluirá también a unos arcimboldianos seres vegetales), Alicia cae al mundo maravilloso y bucólico y de cotillón de siempre, donde el Conejo Blanco, el Gato de Cheshire o el dúo Tweedledum-Tweedledee (los más freaks del grupo) ya son viejos e indiferentes compinches.
La entrada en escena de Tiempo (Sacha Baron Cohen) será crucial a todo nivel: no sólo revela la verdadera esencia de la historia (el viaje en el tiempo para cambiar el destino trágico de la familia del Sombrerero Loco, interpretado por un Johnny Depp en penitencia) sino que también introduce a la inefable estrella cómica, que con su acento y gags luce más como un performer que como un auténtico villano.
La cronósfera que Alicia roba para volver al pasado inicia una serie de subtramas de antes y después que muestran a un Sombrerero y a una Reina Blanca y Roja (Helena Bonham Carter, la única actriz con sangre del filme) en su contexto infante, a la vez que Tiempo acecha a Alicia: la persecución entre ambos con burbujas-deloreans a través de las olas es de lejos lo más bizarro y realmente libre del conjunto.
Aún faltan aldeas medievales a lo Hobbit, dragones que arrasan con su fuego y relojes analógicos que se pasean como el sueño de la máquina en la era del píxel (lazo con Hugo reforzado por Baron Cohen). Tantos portales no alcanzan de todos modos para que el filme atraviese el suyo, que se queda atascado de este lado.