Luego de más de mil millones de dólares recaudados en la taquilla global, era de esperarse que tarde o temprano una secuela de esta adaptación de la novela de Lewis Carroll legase. La espera terminó y consigo trajo varias paradojas: Alicia a Través del Espejo continúa la misma línea de su predecesora, comete algunos de los mismos errores, pero aún así es infinitas veces superior al film de Tim Burton.
James Bobbin, quien venía de rescatar del olvido a los muppets, hace lo que puede con este nuevo capítulo de la vida de Alicia, y para ello se rodea de nuevos personajes (el más importante y soslayable es el de El Tiempo, personificado por Sacha Baron Cohen en uno de sus mejores papeles) y situaciones disparatadas que rinden homenaje a la letra de Carroll, pero no terminan de comprender qué es justamente lo que lo hacía tan maravilloso. El aspecto visual es tan fascinante como siempre, pero la sucesión de efectos especiales aturde tanto que, irónicamente, los pasajes más interesantes del film son aquellos que no suceden en Wonderland sino en la Inglaterra de fin de Siglo XIX.
La excusa del regreso de esta Alicia post-adolescente es que dicha tierra onírica parece estar desapareciendo, sumergida en la tristeza de un Sombrero Loco (el nuevamente irritante Johnny Depp) que sospecha que sus padres están vivos pero no puede hallarlos.
La linea argumental es débil y no se sostiene (se nota a la legua que es apenas una excusa para poner al frente a Depp, cuando la historia en el fondo mucho no lo necesitaba), y así Alicia... se torna repetitiva con el tiempo (sin chiste fácil). Puede que la tercera sea la vencida y, con otro director, esta franquicia finalmente logre llegar a buen puerto.