La nueva propuesta de un visionario
Alicia en el País de las Maravillas es un relato de una gran belleza y creatividad que lleva la marca de Tim Burton
Así como Avatar -más allá de lo que pueda pensarse sobre su guión- alcanzó nuevos estándares técnicos y visuales en la elaboración de una civilización extraterrestre sobre la base de imágenes generadas por computadora para su posterior exhibición en salas digitales 3D, lo mismo puede decirse de Alicia en el País de las Maravillas , la nueva propuesta fantástica de otro director visionario y de inagotable creatividad como Tim Burton.
Si James Cameron concibió una nueva sociedad para un relato futurista, Burton se refugió en un par de clásicos de la literatura escritos por Lewis Carroll hace casi un siglo y medio. Sin embargo, ese maestro de la cultura pop que es el director de El gran pez logra impregnarle a esta historia de la era victoriana una impronta moderna, una fluidez, una ligereza y una audacia que contrastan con las rigideces de la época (no es casual que la protagonista se rebele todo el tiempo contra el uso del corsé).
Si esta comparación entre una película de ciencia ficción como la de Cameron y una historia de época como Alicia en el País de las Maravillas puede sonar oportunista o antojadiza, basta analizar sus logros y similitudes en la construcción de mundos nuevos y autosuficientes y prestar atención a un dato revelador: en ambos casos el diseño de producción estuvo a cargo del artista Robert Stromberg.
La Alicia de Burton no tiene 6 años (como en versiones anteriores de este clásico), sino 19. Se trata de una bella joven, algo distraída y atribulada por sus recurrentes pesadillas, pero muy impulsiva (y decidida), que se niega a cumplir con el mandato de un casamiento por conveniencia. En este sentido, la elección de la casi desconocida Mia Wasikowska para encarnar a esta heroína con una temprana conciencia feminista es otro de los múltiples hallazgos del director dentro de un elenco (tanto de los actores que aparecen en pantalla como de aquellos que sólo prestan sus voces para los personajes animados) admirable.
A partir de un solvente y respetuoso guión de Linda Woolverton (habitual colaboradora del estudio Disney en títulos como El Rey León o La Bella y la Bestia ), Burton transforma el relato en un film personal que sintoniza con el espíritu tragicómico, con cierta oscuridad y crueldad y con esa sensación de extrañeza que suelen sentir sus antihéroes, esos seres muchas veces incomprendidos y menospreciados por el resto de la sociedad "normal".
Para esta ya habitual reivindicación de los personajes distintos (de sus locos queribles), Burton aprovecha otra vez la expresividad y el delirio de su actor-fetiche, Johnny Depp, en el papel de El Sombrerero Loco, otra desbordada, lunática y fascinante creación que se suma a las que ya ha concebido en otros trabajos para el director, como El joven manos de tijeras , Ed Wood , La leyenda del jinete sin cabeza, Charlie y la fábrica de chocolate y Sweeney Todd .
A pesar de ciertos pasajes en los que el film se pierde en sus vericuetos narrativos, se regodea en su despliegue visual y extraña una mayor cohesión y profundidad dramática, Alicia en el País de las Maravillas es un relato de una belleza, una singularidad y una fertilidad creativa que sólo unos pocos elegidos como Burton (y su dream team de colaboradores) pueden ofrecer.
Más allá de la revelación de Wasikowska, del show de Depp y de las voces que "prestan" -entre otros- Michael Sheen, Matt Lucas, Stephen Fry, Alan Rickman o el gran Christopher Lee, el personaje más hilarante del film es el que concibe una aquí deformada Helena Bonham-Carter (esposa de Burton en la vida real) como la tiránica y despiadada Reina Roja, que se la pasa ordenando todo tipo de decapitaciones. Un personaje secundario, si se quiere menor, pero que ayuda a definir la grandeza de una película como Alicia en el País de las Maravillas .