Alicia es un ícono popular que en el cine tiene la misma trayectoria que Drácula o Robin Hood.
La novela creada por Lewis Carroll en 1865 fue llevada a la pantalla grande infinidades de veces.
El primer antecedente fue el film mudo de 1906 que dirigió Cecil Hepworth y antes que llegara el sonido al cine se hicieron dos adaptaciones más en 1910 y 1915.
Este popular personaje tiene una larga filmografía y su historia inclusive fue retratada hasta en un musical porno que hizo bastante ruido en 1976.
Sin embargo, la gran mayoría de la gente suele asociar a Alicia directamente con la producción animada de Disney, de 1951, que en su momento fue un fracaso, tanto en las críticas como en la taquilla, aunque también se debió a que fue una propuesta psicodélica adelantada a su tiempo.
El viejo Walt (al igual que Tim Burton) siempre detestó ese film porque sentía que los directores fallaron a la hora de retratar la magia y el espíritu de la obra de Carroll. De hecho, hasta su muerte rara vez se pasó por televisión y el artista se negó a reestrenarla en los años posteriores.
Recién a fines de los ´60, en plena era del Flower Power, el éxito del film de los Beatles, Yellow Submarine, que era totalmente fumado, generó que el estudio Disney reestrenara con éxito rotundo la peli de Alicia que fue amada por los amigos del LSD.
Hay mucha historia detrás de este personaje.
En consecuencia, tomar un clásico de semejante envergadura y presentar una visión totalmente original es una tarea que sólo un genio como Tim Burton podía llevar a cabo y en ese punto reside para mí la principal virtud de este estreno.
Burton tomó el cuento clásico de Alicia y lo narró con un enfoque inédito hasta la fecha.
La película fue desarrollada con un tratamiento similar al que utilizó Steven Spielberg en Hook.
Es decir, el film vendría funcionar como una secuela ultra lisérgica de la obra original, donde la protagonista ya más grande regresa a esa tierra de fantasía que visitó en su infancia.
No son pocos los historiadores y escritores que creen que Lewis Caroll podría haber consumido alguna droga mientras escribía esta historia y en el libro hay muchas referencias claras a este tema.
De hecho, Alicia se la pasa consumiendo distintas sustancias que la llevan a experimentar transformaciones en su cuerpo. Es un tema que da para largo, pero no es casualidad que en la actualidad la plancha de LSD que contiene el producto más puro de ácido lisérgico se conozca con el nombre de “Alicia en el País de las maravillas”.
Bueno, la versión de Burton es la más fumada de todas.
Ver a la protagonista vestida con armadura y espada enfrentarse al viejo y querido Jabberwocky (un monstruo que aparecía en un poema del segundo libro de Alicia) es algo que seguramente va a alterar a los puristas de la novela, pero como propuesta cinematográfica resulta totalmente divertido.
Cacarear porque Burton no adaptó en detalle la obra de Caroll me parece que no tiene sentido. Sobre todo cuando la película juega con un montón de elementos de las novelas originales.
La historia clásica ya la vimos miles veces en numerosas versiones y está bueno el esfuerzo que hicieron el director y sus colaboradores para brindar algo distinto en este cuento que tiene tantos antecedentes en el cine.
Acá Alicia por momentos se parece más a Lyra Belacqua, la heroína de la Brújula Dorada, que al personaje tradicional que vimos en otras películas.
En este caso el viaje al País de la maravillas representa una experiencia introspectiva para la protagonista que le permite tomar el timón de su vida y descubrir lo que quiere realmente para su futuro. Al cambiar la edad del personaje principal lo hicieron más interesante, además que narraron el cuento dentro de un contexto sociopolítico relacionado con la era victoriana.
Lo cierto es que Burton ofrece una experiencia diferente y ese mundo de fantasía surrealista que creó es fabuloso.
Junto con Avatar es probablemente el film que mejor trabajó el formato en tres dimensiones y la animación digital en el último tiempo.
Si bien la película se promocionó principalmente con la figura de Johnny Depp, es Helen Bonhan Carter, quien se roba el film con su interpretación de la Reina Roja, que tiene escenas geniales junto a Crispin Glover (Volver al futuro).
Creo que Burton expresó su locura creativa de manera equilibrada donde agregó cosas loquísimas de su propia cosecha, pero a la vez hizo un film fabuloso que puede ser comprendido por chicos de 9 años.
Definitivamente este es el mejor trabajo del director en mucho tiempo.