Este jueves realiza su estreno en el país la cinta francesa que se llevó el premio César a mejor actriz en el 2019. «Alicia y el alcalde» (también conocida como «Los consejos de Alice») es una comedia dramática escrita y dirigida por Nicolas Pariser. Se trata de su segundo largometraje, luego de «El gran juego» (2015). En esta ocasión, producto del visionado del documental «Le Président» (2010) de Yves Jeuland, el cineasta decidió abordar el mundo diplomático francés con una crítica al sistema actual en clave de ocurrente drama indie con tonos de comedia y existencialismo.
La sinopsis anticipa: Tras pasar 30 años en política, el alcalde de la ciudad de Lyon (Francia), se empieza a quedar sin ideas y siente que sufre una especie de vacío existencial. Para superar esta adversidad, decide contratar a una brillante filósofa, la joven Alice Heinmann. Entre ambos se desarrolla un diálogo en el que sus respectivas personalidades cambian drásticamente su forma de ver y entender el mundo. Es fundamental reconocer el paralelismo entre la falta de ideas del protagonista y la democracia moderna. Esa gran ironía es el concepto principal de todo el filme. Con sutiles dosis de humor, un maravilloso uso de los diálogos y una soberbia actuación por parte de Fabrice Luchini y Anaïs Demoustier (ganadora del premio César), se mantiene firme en su seriedad y no nos permite encasillarla como una sátira común y corriente.
El realizador hace un excelente trabajo de dirección coqueteando con muchos tópicos en su acotada duración de 103 minutos. Además de la crítica ya mencionada, juega con el choque generacional (por parte de los protagonistas) al confrontar conceptos políticos, e ideales de vida, antiguos y modernos. También, aprovecha ese intercambio entre los personajes para generar un clima romántico entre ellos que eventualmente deriva en una conexión intelectual más profunda que una simple atracción física. Asimismo, puede ser interpretada como un mero discurso agitador, en formato audiovisual, que incita a encontrar nuevas lógicas de gobierno con su verborragia argumentativa. En última instancia, indaga sobre la presión y competencia laboral, la falta de objetivos de los jóvenes adultos y el desequilibrio sistemático que la democracia actual provoca en su población.
Sin importar cuál sea el punto que más atraiga al espectador, lo cierto es que hay varias aristas de la cual aferrarse y disfrutar de la película. La realización es acertada y encaja perfecto con el ambiente modesto que propone la obra. Sostiene un ritmo pausado, pero en continuo ascenso, que nos mantiene atrapado en su desarrollo, y cuanta con un trabajo de investigación y representación de los procedimientos políticos actuales que sorprende a cada momento. Siempre es atractivo conocer el detrás de escena de ambientes tan cerrados y desconocidos como lo es una alcaldía.
«Alicia y el alcalde» es a la política lo que «The Devil Wears Prada» (2006) fue a la moda. Constituye un dinámico y adictivo recorrido donde el espectador se inmiscuye en los asuntos más internos, y menos pensados, de un área que para el común de la gente es ajena. Resulta muy entretenido descubrir la agenda y los mecanismos que atraviesan los políticos día a día. Sin romantizar la actividad, logra poner en perspectiva el sacrificio personal requerido para formar parte de ese ambiente tan codiciado. Nicolas Pariser se encarga de demostrarnos que la política no es el acartonado nido de corrupción que la mayoría piensa.