¿Cómo impacta que un político de larga trayectoria se quede sin ideas y recurra a una joven proveniente del campo de la literatura y la filosofía? Y ¿Por qué la izquierda, que él representa, insiste en ejercer una narrativa intelectualizada que lo aleja de lo colectivo? Partiendo de esos interrogantes, la nueva película del director y guionista francés, Nicolás Pariser (El gran juego, 2015) intentará dar respuestas y sentido a las contradicciones que plantea.
La historia comienza con la llegada de Alice (Anaïs Demoustier) desde Londres hasta la alcaidía de Lyon, Francia, contratada para trabajar y asesorar a Paul Théraneau (Fabrice Luchini), un político de muchos años que necesita de alguien proveniente del campo de la literatura y la filosofía para nutrirlo de ideas y proyectos, ya que se siente agotado y sin nada nuevo para aportar a los ciudadanos. Desconcertada con la tarea, Alice comenzará a poner en práctica su misión, mientras lidia con la competencia y rivalidades dentro del entorno político, al tiempo que despertará en el alcalde, otras formas de encarar la vida y los valores por los que luchó.
Con un fuerte peso en lo discursivo, la película se adentra en reflexiones sobre el rol de la izquierda y la derecha; en el concepto de progresismo, dividido entre quienes lo miden en relación al éxito económico, y quienes lo valoran desde la mejora en el factor humano; sumado a los sistemas de poder puestos en juego y a la fractura de los ideales en el siglo XXI; temáticas, que atravesarán todo el relato sin llegar a excelsos debates ni acaloradas discusiones, más bien los diálogos se tornan planos, tibios y algo transitados.
En cambio, la elección certera de sus protagonistas, no sólo desde lo interpretativo, sino desde lo que representan, son una muestra de los conflictos puestos en juego. En el alcalde se condensa el costo de apostar por una sociedad mejor, que hoy se desdibuja y, en Alice, el representar una generación de jóvenes desmotivados por la realidad que sólo conduce a cierta inercia y soledad.
Orientado hacia el cine político, como demostró Parisier desde sus inicios, en su segundo largometraje optó por darle un tono más liviano y en clave de comedia dramática, al vacío moral que provoca la crisis del pensamiento y la falta de ideas en el sistema gubernamental. Para el realizador, ese vaciamiento, pone en riesgo la democracia y las instituciones.
Si bien Alicia y el alcalde se orienta hacia temas muy interesantes que se sostienen con una sólida puesta en escena, no abre un debate que genere una dialéctica discursiva en post de algo nuevo, ni ahonda en la psicología de sus personajes, ya que no termina de profundizar ni ofrecer un tratamiento más original frente al “momento peligroso, como define el director, que atraviesa nuestra historia”.
ALICE Y EL ALCALDE
Alice et le maire, Francia, 2019.
Dirección y guion: Nicolas Pariser. Intérpretes: Fabrice Luchini, Anaïs Demoustier, Nora Hamzawi, Léonie Simaga, Antoine Reinartz, Maud Wyler, Alexandre Steiger, Pascal Rénéric, Thomas Rortais, Thomas Chabrol. Producción: Bizibi, Scope Pictures. Fotografía: Sébastien Buchmann. Música: Benjamin Esdraffo. Duración: 104 minutos