La sexta entrega de la saga iniciada en 1979, demuestra el cansancio de una propuesta a la que no parece haberse encontrado nada demasiado nuevo e interesante para contar. Sus mejores momentos, serán cuando decida regresar esporádicamente a las fuentes.
En 2012, Ridley Scott presentó Prometeo, coqueteando con la posibilidad de que se tratase o no de una más de las entregas de la saga que lo lanzó a la fama. Por supuesto que le ora, que se trataba de una precuela, y aparentemente la primera parte de una trilogía que conectará con los films originales a la manera en que lo hizo George Lucas con sus Episodios I, II, y III.
Scott se apropió nuevamente de la saga que vio nacer junto a la colaboración de Dan O´Bannon, Walter Hill, y la inventiva visual de H. R. Giger; y cinco años después nos entrega la continuación de aquella, en la que, acertadamente, no esconde sus intenciones.
En aquella oportunidad, Prometeo había dejado las puertas abiertas con su final para una continuación directa. Elizabeth Shaw (Noomi Rapace) se escapaba prometiendo ir en busca del planeta de los creadores para continuar la batalla. Todo estaba servido para que se realizase “la Aliens de Prometeo”; sin embargo, quizás porque los números de 2012 no fueron los mejores, Alien: Covenant decide tomar otra ruta.
Años después de esos acontecimientos, una nueva tripulación se encuentra arriba de la nave Covenant con intenciones de colonizar nuevos territorios interplanetarios. Como sucedía en Pasajeros, dentro de ella se encuentran hibernando un numeroso grupo de personas que serán los futuros colonizadores.
Sin embargo, los infortunios no tardan en llegar, primero un incendio provocado por un choque y acercamiento, se cobra alguna víctima y modifica los planes originales. Luego, cuando se dirigen hacia su destino, reciben señales de un nuevo territorio, que probablemente pueda ser habitable, y dadas las circunstancias hacia allí se dirigen, sin saber lo que les espera.
El argumento de Alien: Covenant es bastante más simple de lo que se presenta, más simple que el de Prometeo. Sin embargo, los guionistas Jack Paglen, Michael Green, John Logan, y Dante Harper; deciden plantear una atmósfera en principio más cercana a aquella, pero sin mantener sus interesantes planteos. Aquí quizás el problema de Alien: Covenant, no tener un claro camino a tomar.
En sus dos horas y un poquito más de duración, sabe que el público encontró problemas en Prometeo e intenta arreglarlos o directamente limpiarse; pero mucho menos se acerca a la línea de las primeras cuatro. Su metraje claramente se divide en dos tramos en el que, en el primer tramo se plantea un viaje en el espacio con muchísimas complicaciones y una amenaza latente¸ para entrar sí, promediando las dos terceras partes del film en un clima propio de Alien.
De sr concretos, Prometeo tenía mucho más de la mítica de Alien que su continuación. Se extraña aquí la dirección de arte que siempre fue marca registrada de la saga con muchas variantes entre una y otra, pero siempre atractiva. Se presentan nuevos Xenomorfos, más antropomorfos que nunca, su estética se distancia quizás demasiado de lo que conocíamos.
Se extraña la mano artesanal remplazada por abundancia de lo digital, frío, ascético, extraño a esta saga de tonalidades siempre oscuras aún en sus spin-off AVP. También es llamativo la presencia de algunas escenas abiertas, en exteriores, de tono rural. La tripulación/víctimas, es variopinta, y se toma su tiempo en presentarlos y desarrollarlos. Sin embargo, no logra crear otra heroína de peso a la altura de Shaw, ni hablar de Helen Ripley.
La Daniels desarrollada por Katherine Waterston carece del peso necesario para imponerse, se pierde entre el resto de los personajes, no muestra características de líder, y solo es protagonista por ocupar mayor tiempo en pantalla (y hasta ahí). No obstante, la labor de Waterston es correcta y con características propias, no sigue el esquema de sus deudas, mostrándose más frágil y desconcertada.
Entre sus compañeros hay un elenco muy interesante entre los que figuran Billy Crudup, Danny McBride, Demian Bichir, Carmen Ejogo, y Callie Hernandez, entre otros, todos en un tono correcto. Quien regresa de la anterior entrega y se adueña de la película ¿y de la saga? Es Michael Fassbender, quien repite a su androide, esta vez por partida doble, Walter y David, diferentes uno del otro. El actor de X-Men se compromete con su personaje y logra adueñarse de todas sus escenas, a veces, incluso, por sobre los aliens.
En ese clima fluctuante de Alien: Covenant, algunas escenas recuerdan a lo que realmente es esta saga, un slasher con un asesino extraterrestre bestial. Cuando regresa a esas bases, aún sin mantener la estética, logra repuntar y enmendar mucho de lo que nos deja un sabor a desacierto.
Son escenas vibrantes, con riesgo, y bastante sangre. Pero nuevamente, ese ritmo no se sostiene y regresa a la confusión general. Alien: Covenant puede contentar más a quienes se arrimen por primera vez a la saga, aunque para comprender bien su historia sea casi indispensable haber visto las películas anteriores y hasta los videos virales que se lanzaron como promoción del film.
Es cierto que no es un completo desacierto, que cuando repunta lo hace bien alto, y que sus elementos positivos lo son muy positivos; hasta puede dejar un saldo general favorable. Pero se siente que necesita una renovación, extrañamente una renovación que la devuelva a lo que fue; probablemente la misma renovación que necesita su director Ridley Scott.