Pese a su resolución demasiado predecible, Alien: Covenant es un entretenido viaje a la profundidad del universo que explora los orígenes del mítico monstruo alienígena con un gran trabajo delante (Fassbender) y detrás de cámara (Scott).
Cuando se habla de Alien: El Octavo Pasajero (Alien, 1979), no solo se habla de una gran película de terror y ciencia ficción, tampoco de una “tiburón en el espacio” (frase célebre con la que el director logró “venderle” el proyecto al estudio). Alien —y la saga que acarréo— es un enorme pedazo de historia cinematográfica: una película que fue revolucionaria más allá del género, que inspiró gran cantidad de films exitosos, logró demostrar que una protagonista femenina podía ser la heroína de la historia y encabezar una saga de blockbusters, encumbró a Ridley Scott como uno de los cineastas más talentosos que hay; y principalmente creó un monstruo tan memorable y terrorífico que quedó para siempre impregnado en la historia de la cultura pop.
La historia de la tripulación del Nostromo y los xenomorfos sería solo la puerta de entrada a un universo mucho más grande que se conocería de la mano de Ellen Ripley (Sigourney Weaver) a lo largo de cuatro films. En el 2012 Scott decidió llevar al público más atrás en el tiempo, antes de la película que inició todo. Prometheus (erróneamente vendida como una precuela de Alien) contó la historia de un grupo de científicos que se embarcan en una cruzada a través de la galaxia buscando los orígenes de la vida humana para dar respuesta a las principales incógnitas de la existencia.
El film fue recibido con críticas mixtas debido a ciertos puntos argumentales que quedaron ambiguos o directamente irresolutos. Algunos fans de la franquicia se vieron un poco decepcionados, ya que esperaban un relato que tenga muchas más conexiones con el film original y Scott les presentó una historia nueva y más profunda que toca temas como la creación, la relación de la humanidad con los dioses y los peligros de una inteligencia artificial auto-consciente.
Esta nueva película comienza siguiendo a la tripulación de la nave colonial Covenant, que lleva los cuerpos congelados de unos 2000 colonos y más de mil embriones con destino al planeta colonia Origae 6. Cuando un desperfecto de la nave saca a la tripulación de su hipersueño y mata al capitán por una falla en su cápsula, el religioso Cristopher Oram (Billy Crudup) acaba como líder de la expedición. Daniels (Katherine Waterston), su segunda al mando, cuestiona su liderazgo.
En el medio de las reparaciones, la nave capta una señal proveniente de un planeta cercano que tiene mejores condiciones ambientales que Origae 6 y la tripulación encabezada por Oram, Daniels y el androide Walter (Michael Fassbender) desciende en el planeta extraño para explorar. Pero en dicho mundo parte de la tripulación se infecta con un virus extraterrestre que podría acabar por matarlos a todos.
El principal acierto de Alien: Covenant es ser a la vez una secuela de Prometheus y una precuela de la primera Alien. La historia retoma ciertos puntos argumentales y cabos sueltos de la película del 2012 y las enlaza con la saga xenomórfica que todos aman. La estructura de la película es bastante sencilla y por todos conocida, pero eso no impide que Ridley Scott se permita jugar con los temas cuasi filosóficos presentes en Prometheus sin descuidar el obligatorio contenido de suspense, terror y gore que debe haber en una película de Alien.
En el costado interpretativo todos los integrantes del elenco hacen su tarea de una manera bastante correcta y sin fisuras. Es verdad que algunos personajes se sienten poco desarrollados, pero esto es por diseño (al fin y al cabo, serán carne de xenomorfo al final del día). Quien verdaderamente se luce es Michael Fassbender (X-Men First Class, 2011) en un rol de robot que lo exige actoralmente más que al resto del elenco. Katherine Waterston (Fantastic Beasts and Where to Find Them, 2016) cumple en el papel protagonista sin ser descollante y la revelación es Danny McBride (This is the End, 2013), quien a lo largo del film demuestra que puede brindar una buena intepretación lejos de la comedia.
Visualmente la película es un 10. Ridley Scott es un director que sabe cómo filmar una de ciencia ficción y la película se ve excelente. Más allá de los efectos especiales (que los hay y muy buenos), es sorprendente la cantidad de material que está hecho solamente con la cámara. Nada de CGI o fondos digitales. Scott sabe sacarle el jugo a cada plano y explotar la riqueza visual de todos los sets.
Covenant muestra una nueva versión del clásico xenomorfo (el neomorph) y da más información sobre el origen y la evolución del icónico monstruo. La película termina por beneficiarse al dejar un poco de lado la compleja y enrevesada mitología del space jockey y los ingenieros para contar una historia más simple que fluye narrativamente muy bien, pero esa misma liviandad en el relato hace que su final se sienta bastante obvio y predecible.
Alien: Covenant se consolida como una digna incorporación a la saga Alien, rescatando un poco de la esencia y el terror espacial que hizo memorable a su primera entrega, con momentos de acción y emoción que remiten a Aliens (1986) y sin resignar los planteos y las preguntas sin responder de Prometheus. Ridley Scott prometió una trilogía de precuelas que se conectarían directamente con el inicio del film original del 79’ y Covenant nos acerca bastante al momento en que la Nostromo aparece por primera vez en la pantalla.