Antes del estreno de Prometheus (2012), Ridley Scott tiraba una noticia que iba para el lado opuesto de las expectativas de los fanáticos: dicha película no estaría directamente relacionada con el mundo Alien, ergo, no los veríamos. Pero como un anuncio de la futura contradicción del realizador -forzado por aquello que dicta el mercado y el público-, la escena final enseñaba cómo el pecho de un Ingeniero se quebraba para dar paso a lo que todos reconocieron como un prototipo de xenomorfo. En Alien: Covenant, el bueno de Ridley da rienda suelta al mundo de los alienígenas más queridos y siniestros de la cultura pop, con la primera película de lo que podrían llegar a ser tres más y que unirán el origen de este universo con la de 1979.