Luego de un breve paso por el mundo del documental, Juan Villegas vuelve a la ficción con Las Vegas, una pequeña película playera que despliega lo más característico del cine nacional: sencillez, personajes, naturalismo y un maravilloso guión que vuelve a la historia confortable y entrañable. Un camino de 75 minutos en donde se exponen las situaciones más exageradas y a la vez más comunes del ser humano.
Friday the 13th (1980) no fue suficiente para advertir fervientemente que las cabañas al lado de un lago no son el lugar más propicio para hacer un viaje de placer. The Strangers: Prey at Night, un símil de secuela a The Strangers (2008), dirigida por Johannes Roberts, es el nuevo estreno del género que llega a la cartelera nacional. Una familia se toma un pequeño descanso en un parque de casas rodantes para calmar los conflictos entre ellos, solo que lo único que podrán encontrar serán unos problemas aún mayores a raíz del acecho de un grupo de individuos que se cubre el rostro y dedica su tiempo a asesinar a los habitantes del lugar.
Es redundante hablar del crecimiento exponencial que el cine de género nacional viene gozando en la última década. No solo por las producciones sino también por la distribución y difusión de extrema importancia -como lo son el Buenos Aires Rojo Sangre o el Blood Window-, es que el cine de género ha pasado de ser cosa amateur a una forma de relatar concisa y seria. De la mano de un experimentado como Demián Rugna llega Aterrados que, a pesar de lo tendencioso y poco discreto de su título, quizás represente una de las propuestas más atractivas del terror nacional.
Tuvieron que pasar 10 años para llegar al evento cinematográfico más imponente y aguardado por los fanáticos marvelianos. La década de construcción de un universo, película a película, presentando a Iron Man, Thor, Capitán América, Hulk, Spidey, los Guardianes de la Galaxia, entre muchos otros, culmina con la reunión de todos ellos para enfrentar al villano más amenazante y despiadado hasta ahora, Thanos. Avengers: Infinity War entrega lo esperado -tanto por lo bueno como por lo malo- y se anima a un poquito más, logrando una producción a la altura de lo que representa esta guerra en donde nada volverá a ser como antes, con nuestros héroes encontrándose por primera vez en el pozo más desesperanzador en el que jamás imaginaron caerse.
Con Perdida llega el gran primer estreno nacional de la temporada. Luisana Lopilato protagoniza esta adaptación de la novela “Cornelia” de Florencia Etcheves, un relato neo noir que toca en lo más profundo de los traumas de la sociedad, en este caso la trata de personas. El film dirigido por Alejandro Montiel (Un paraíso para los malditos, Extraños en la noche) apuesta a un despliegue fuertemente anclado a una puesta policial muy propia de los dramas televisivos; y a pesar de las fallas que puedan encontrarse logra un resultado muy favorable dentro del género.
Como todos los años, comienzan a llegar los estrenos de la cinematografía coreana que generalmente suelen dejar un muy buen gusto en el paladar del espectador nacional. La explotación del género de terror o el thriller han sido una constante en la distribución de la nueva ola del cine de dicho país –Train To Busan (2017), The Wailing (2017), el director Park Chan Wook, entre otros- , y esta no es la excepción, ya que con The Mimic volvemos a tener otra muestra de aquello que distingue a dicha industria. El presente film, escrito y dirigido por Jung Huh, quizás no esté entre lo mejor o más original que hemos visto, sin embargo seguramente sea el más atinado para responder dos preguntas: ¿Por qué nos atrae tanto el cine de allá? ¿Qué es aquello que no solemos ver en otro tipo de producciones?
7 cajas, la prestigiosa obra del cine paraguayo, logró posicionarse como la película más vista de dicho país, y Los buscadores se ubica en el segundo lugar. ¿Qué tienen en común? Que ambas producciones están escritas y dirigidas por la dupla de Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori, quienes lograron conjugar los elementos característicos de la cultura nacional tales como el guaraní, las leyendas y la mirada sociocultural, junto con relatos excelentemente construidos, entretenidos y de buena factura técnica. Los buscadores es una vuelta a aquellas aventuras clásicas de la niñez.
La cultura nostálgica arrasa y no da tregua en la industria audiovisual, y Japón no está exento de ella. Con la salvedad de que su modo de producción se apoya en la repetición permanente en búsqueda de la perfección, por lo que la sociedad nipona se adelantó a la moda años atrás, alimentando los kokoros de aquellos acérrimos fanáticos. Mazinger Z: Infinity, continuación del prestigioso animé con más de 45 años, llega para seguir esa fantasía que aún hoy es capaz de cautivar a las nuevas y viejas generaciones.
Historias son pocas, relatos los hay infinitos, por lo que Disney vuelve a recurrir a los arquetipos que le valieron el nombre, esos de viajes maravillosos, búsquedas, bien contra el mal, mezclando realidad y fantasía. Por esto es que posa sus ojos sobre la novela de Madeleine L’Engle escrita en 1962 para traer A Wrinkle In Time, que de la mano de Ava DuVernay se convierte en el primer film de la historia con un presupuesto de más de 100 millones de dólares que dirige una afroamericana. Sin embargo, la producción no logra ni una pizca de la calidad de los clásicos pertenecientes al estudio del ratón, con un viaje mágico que se torna aburrido y naif.
El tío Esteban es el encargado de adaptar la aventura pop definitiva, escrita por Ernest Cline, y da vida a Ready Player One. Con todo lo que esto conlleva, casi que en el film -en un análisis más profundo- lo que menos importa a priori es la historia en sí, sino volver a los años ’80, con Steven Spielberg haciendo autorreferencia, con los fichines, el arcade, la música glam y pop. Esto supone desde el principio que el público se pierda en este entretenido recuerdo de lo que fue, que el espectador milennial o centennial sienta nostalgia de algo que no vivió y logre disfrutar a través de la columna vertebral que une a todas las generaciones habidas y por haber desde aquel tiempo hasta la actualidad y más allá: los videojuegos.