La niña de los ojos saltones.
Nos hallamos ante una historia sobre la pérdida y el amor. Alita ha perdido la memoria, Dyson ha perdido a su hijo, Hugo ha perdido su camino en el mundo y la mayoría de los personajes que no son cyborgs desenfrenados amantes de los asesinatos han perdido todos algo que apreciaban. Si bien los personajes no son demasiado complicados, y el guión no es demasiado prolijo ni pesado, todos los actores dan lo mejor de sí y aportan la cantidad justa de estoicismo a todo esto. No hay actuaciones sobresalientes que mencionar, pero todos hacen un buen trabajo entre sí. También hay pocas declaraciones de amor masivas o dominantes, incluso en los momentos más trágicos, solo empatía y hechos.
Si algo sobresale en el conjunto, debido a las máquinas de muerte cyborg mencionadas anteriormente, es la presencia de un fuerte componente de violencia. Una cantidad sorprendente para una película no recomendada a menores de trece años, con varias extremidades y cabezas y otras partes del cuerpo cercenadas, fundidas, maltratadas e incluso con una combinación de todo ello en algunas secuencias muy enérgicas y bien realizadas. Se puede argumentar que esto solo le ocurre en gran parte a los cuerpos sintéticos y que la mayoría de la sangre derramada es azul: pero incluso así, queda muy claro que se aplastan un buen número de cabezas. Allá cada uno con lo que le permita ver a su hijo: peleas callejeras, persecuciones de alta velocidad, e incluso el increíblemente bien realizado universo de Motorball (patines en línea motorizados y sin consideraciones de salud y Seguridad alguna) para observar cómo se patea el culo a las personas. Todo esto en una impresionante combinación estética de París de 1890, bazares contemporáneos del Medio Oriente y Mad Max (todo es un poco ilegal y cubierto de polvo porque se ve más fresco de esa manera).
En cuanto a la trama en sí: bueno, está ahí y es funcional; no sorprende a nadie y ya se puede adivinar casi todo lo que va a acontecer argumentalmente en la primera media hora. Si nos ponemos a destacar rasgos originales se puede comentar que la heroína que reparte estopa a diestro y siniestro sea una niña (aunque en realidad, dado el número de personas que pueden ser injertadas en un JCB, eso no es un problema que se mencione mucho). Se nota que se han enfatizado más los momentos cargados de emoción en lugar de añadir puntos complicados de la trama. Posiblemente esto se deba a que la historia intenta abarcar tanto terreno, repasando los primeros cuatro tomos del manga original (en total son nueve publicados en la revista Business Jump del 1990 al 1995), que los guionistas han ido eliminando material intentando llegar a su esencia. Para algo que se supone que será una trilogia (la taquilla dictará sentencia al respecto), no deja de resultar extraño que no se dé al respetable ni tan siquiera una pista de que la cosa se extenderá, sobre todo porque la resolución final es de todo menos sólida.
Desde luego no estamos ante un nuevo Blade Runner o Contact, ni tan siquiera llega a rascar cualquier atisbo de profundidad. Sin embargo los fanáticos del manga se lo pasarán bomba (siempre y cuando no se quejen de todo lo que quedó fuera), y el que no conozca el original disfrutará con sus espectaculares efectos visuales (la friolera de doscientos millones de dólares presupuestados así lo avalan). Es increïble lo que se puede llegar a hacer en el terreno CGI en estos días. A no extrañarse si después de ver semejante espectáculo el lector o sus vástagos se enganchan al Cyberpunk y empiezan a cuestionarse sobre cibernética y temas similares.