Recuperando al Soldado Universal. Bloodshot no se avergüenza de ser un remix de películas como Soldado universal, Terminator y Robocop. Y precisamente por este descaro la última cinta de Vin Diesel funciona muy bien como producto pochoclero de acción sin freno. Se trata de una adaptación basada en el cómic Valiant, creado por Kevin VanHook, Don Perlin y Bob Layton, que no defraudará a todos aquellos que acudan al cine buscando acción, golpes y todo tipo de efectos especiales. Dave Wilson (Love, Death & Robots) construye un divertimento de dos horas en el que nada tiene demasiado sentido, pero en el que todo funciona muy bien. Porque seamos realistas, ¿quién no disfrutó en su juventud de Soldado Universal? Bloodshot toma todo lo que funcionaba de aquel filme de 1992 rodado por Roland Emmerich y lo amplifica hasta sus máximas consecuencias. Al igual que Van Damme, en esta cinta Vin Diesel también es un implacable soldado que es resucitado por una misteriosa compañía tecnológica. Poco a poco irá recuperando la memoria y descubriendo las nuevas habilidades que le proporciona la nanotecnología. En este sentido es espectacular ver como recibe balazos y como, literalmente, se va desintegrando para posteriormente recuperarse sin problemas. Nada que no hayamos visto ya en Terminator pero con mejores efectos especiales y sin temor de hacer el ridículo. Bloodshot tiene mucho del cómic en el que se basa, pero principalmente es una ensalada de tiros en la que no hay un momento para relajarse. Nada falta para el disfrute de la historia: desde giros de guion imposibles hasta villanos armados hasta los dientes. Mención especial se merece la participación de la bellísima Eiza González (Fast & Furious: Hobbs & Shaw) que busca lucirse en cada plano. Realmente la cinta está diseñada para su disfrute. Poco se le puede reprochar a un producto comercial que sólo busca entretener y que lo hace bien y sin complejos. Lo único mejorable es la actuación fría y con cara de pocos amigos de Vin Diesel. Realmente es el personaje que lleva desarrollando toda su carrera, pero en esta ocasión es tan frío e inexpresivo que es difícil conectar. No obstante, como soldado implacable y calculador es intachable. Lo que está claro es que Bloodshot será un éxito de taquilla. Mal tiene que darse para que no nos encontremos ante una nueva franquicia.
Nos están envenenando. El precio de la verdad es una historia basada en hechos reales inspirada en un polémico artículo periodístico. En 2016 el New York Times publicó un reportaje sobre un abogado de Cincinatti que decidió sacar a la luz los peligros de un compuesto químico que llevaba décadas contaminando y envenenando a los habitantes de una zona rural. Una ilegalidad que provocó cáncer a miles de personas y que la empresa química negó hasta el último día. Finalmente, tras El precio de la verdad: Nos están envenenando 3un proceso judicial que llevó más de 10 años, la empresa química fue condenada por delitos contra la salud pública. Todd Haynes (Carol) y el actor Mark Ruffalo construyen un poderoso relato judicial sobre el poder y presión de las grandes corporaciones industriales. Haynes explica que el sistema está amañado y que los políticos y los grandes medios de presión buscan ocultar la verdad. Nos movemos en un mundo corrupto en el que decir la verdad puede costar muy caro, ya que el gobierno y las grandes empresas tienden a ir siempre en la misma dirección. Tener la verdad no es sinónimo de victoria. Nos encontramos ante una película que funciona bien y cuenta de una manera ágil y dinámica el proceso que llevó al abogado Rob Billot a demandar a la empresa química. Una poderosa corporación que durante décadas estuvo matando a los ciudadanos que entraron en contacto con sus productos. Algo que nos implica a todos, ya que la cinta advierte que el 90% de la población ha estado en contacto con algún producto cancerígeno. El precio de la verdad funciona bien mientras se limita a ser un thriller corporativo sobre los tejemanejes y mentiras de las grandes empresas. La primera hora de la película no da descanso al espectador y nos propone un interesante juego de ajedrez entre mentiras y verdades. Resulta perturbador ir descubriendo las argucias legales que presentan las grandes empresas para evitar ser sancionadas y condenadas. Además la cinta se encuadra muy bien en el reciente cine ecológico que lucha por defender el medio ambiente y el cambio climático. Desgraciadamente El precio de la verdad no es todo lo constante y dinámica que el espectador podría esperar. El guion construido por Matthew Carnahan,El precio de la verdad: Nos están envenenando 4 Mario Correa y Nathaniel Rich adolece en su recta final de un excesivo relleno para cumplir con las doras horas de metraje, llenando el argumento de banalidades y de peleas familiares. Todd Haynes quiere contarnos que luchar contra una gran empresa pasa factura a nivel emocional y personal, pero lo hace tirando de tópicos y restándole algo de fuerza al resultado final. El precio de la verdad es una película muy solvente aunque por debajo de otros trabajos de Haynes como Carol y I´m not there. Es quizás su cinta menos audaz, menos arriesgada, aunque hay que reconocer que Anne Hathaway, Tim Robbins y Bill Pullman dan un estilo maduro y sereno a la historia. Quizás lo más interesante es descubrir cómo las grandes empresas nos están engañando y envenenando. Da bastante miedo.
Misterios, libros… y pizzas. Si hiciéramos una encuesta durante la proyección de La biblioteca de los libros olvidados estoy seguro que el 90% de los espectadores sabría dar respuesta a todos sus interrogantes. Algo que no impide que la película se disfrute e interese, ya que aunque el misterio es evidente hay que reconocer que La biblioteca de los libros olvidados: Misterios, libros... y pizzas 3estamos ante una buena película. La historia nos cuenta el misterio de Henri Pick. Un cocinero al que se le atribuye la autoría de uno de los libros más importantes de los últimos años. Todo un misterio ya que nadie vio a este pizzero escribir o leer un libro durante su vida. Cuando la novela se convierte en un increíble éxito de ventas, un crítico intentará descubrir la verdad. La biblioteca de los libros olvidados es una historia llena de incógnitas en la que lo menos interesante son sus preguntas. El auténtico motor son sus protagonistas llenos de matices y muy bien definidos. En este sentido el crítico literario interpretado por el veterano Fabice Luchini es el ejemplo de personaje carismático y con un fondo muy trabajado, un gruñón cascarrabias que irá aprendiendo que lo intelectual no es lo más importante en la vida. Se sigue con gran interés las desventuras y problemas de este personaje que parece no tener nada de suerte y vive con una venda en los ojos. Como contrapunto nos encontramos con la adorable Camille Cottin, dando vida a la hija del pizzero, y definiendo un personaje muy sutil y lleno de sentimientos. El encuentro entre ambos protagonistas siempre funciona y todas las escenas que comparten son lo más interesante de la cinta. Gracias a estos personajes Bezançon construye una extraña historia de amor en la que los protagonistas irán tratando de resolver los puzzles que se les presentan. Podría decirse que estamos ante una road movie de sentimientos en el que los misterios no importan demasiado y sí el destino final. El film tiene todos los ingredientes para convertirse en uno de los éxitos del año en Francia y todo dependerá de la promoción que se le haga en Argentina para que tenga un éxito parecido. Es cierto que sus misterios puede que sean La biblioteca de los libros olvidados: Misterios, libros... y pizzas 4algo evidentes, pero durante una buena parte de la historia se siguen con gran interés. Nada se siente impostado y la estructura narrativa se muestra sólida, si bien es verdad que el resto de personajes de la película queda engullido por los protagonistas. Rémi Bezançon y Vanessa Portal, habitual colaboradora de este director, adaptan la novela de David Foenkinos con gran éxito y tono. Confieren a la cinta ese toque francés en la que los personajes disfrutan de un buen vino, de fiestas exclusivas en París y en la que los personajes hablan mucho y muy bien. En definitiva una historia que gustará a todo tipo de público y que nos deja con ganas de acercarnos a la obra de este director.
París en guerra. El realizador francés Ladj Ly debuta con una demoledora película sobre los problemas étnicos y culturales de la Francia actual. Los miserables parte de un cortometraje en el que un grupo de policías tenía que hacer frente a las dificultades sociales que surgían en los suburbios más pobres de París. Un trabajo en el que el propio director, de origen maliense, reflexionaba sobre los disturbios raciales que vivió en su juventud en 2005 y que acabaron extendiéndose por toda Francia. Lo cierto es que Los miserables es una cinta que realiza un duro retrato sobre la pobreza y marginación que viven algunos grupos étnicos y sociales en París. La acción transcurre en Montfermeil, distrito en el que Víctor Hugo escribió la famosa novela que da título a la película. Aunque realmente los paralelismos acaban aquí. La cinta podría situarse en cualquier zona conflictiva o en guerra del mundo. El director malinense busca realizar un retrato universal de cómo la pobreza acaba generando violencia y con ello más desigualdad. No importa de dónde provengas. La cinta cuenta cómo un grupo de policías de la Brigada de Lucha contra la Delincuencia de Montfermeil tendrán que patrullar un barrio lleno de pobreza, delincuencia y con graves problemas étnicos entre musulmanes y cristianos. La historia comienza con el enfervorizado viaje de cientos de adolescentes africanos y musulmanes a los Campos Elíseos para celebrar el triunfo de Francia en el Mundial de fútbol. Un sentimiento nacionalista que en el fondo pende de un hilo y que durante los 100 minutos siguientes veremos como se destruye. Da igual que los jóvenes se sientan franceses, la sociedad nunca los aceptará. Es por ello que Ladj Ly presenta un mundo en el que solo se puede prosperar mediante el trapicheo y la violencia. El resultado es una cinta que juega con los elementos clásicos del cine policiaco y noir y con clarísimas referencias a The wire o la francesa El odio. Realmente la película podría desarrollarse en Irak o en cualquier zona conflictiva del mundo, ya que ofrece una visión bastante universal sobre el desencanto y la violencia. Ladj Ly muestra mucho músculo desde el principio y ofrece un mundo opresivo que nos hace entrar rápidamente en acción. Como era de esperar la cinta es mucho mejor en su parte meramente descriptiva y casi documental. Por contra el realizador tira demasiado de metáforas y simbolismos que no acaban de funcionar. Quizás Ladj Ly acaba pecando de ser excesivamente dramático, manipulando en exceso la trama para que funcione y nos lleve hacia el inevitable y magnífico final. ¿Realmente es imposible ser honrado ante la pobreza? Los más críticos podrían decir que Ladj Ly no ofrece ninguna posibilidad de redención y que todos los personajes están condenados de inicio, pero también habría que preguntarse qué opciones reales ofrecen esos suburbios. En cualquier caso Los miserables es una muy buena película y podría convertirse en una de las sorpresas del año. Recordemos que representando a Francia estuvo nominada al Oscar a la mejor película extranjera.
Volvió el mejor Guy Ritchie. Sin más dilación, hay que empezar diciéndoles, queridos lectores, que el mejor Ritchie ha vuelto. Mentar que la carrera de este cineasta se caracteriza por su irregularidad, pues bien te puede realizar un jamón 5 jotas como Snatch, cerdos y diamantes, o bien te puede venir con una pata de jamón caducada que no hay quien se la coma. El director de RocknRolla y Revolver lleva muchos años desaparecido, y no me refiero porque no haya estrenado en los últimos años varios títulos, sino porque su calidad se estaba desvaneciendo entre las catacumbas de productos y encargos innecesarios (un ejemplo de ello lo tenemos, mismamente, con Aladdin el año pasado). Parece ser que con The Gentlemen vuelve a encontrarse a sí mismo, y esperemos que para quedarse. Con una simple tirada de caña de cerveza, ya Ritchie se pronuncia, diciendo a todo el público: “Eh, aquí estoy”. Y es que lo mejor que le puede suceder a un director es que se le reconozca con apenas ver un frame de metraje. Al igual que Wes Anderson o Tarantino, el cineasta que nos trajo a Sherlock Holmes a la gran pantalla, tiene su sello y estilo propio referencial. Y, si por casualidad, algún espectador asiste a las salas de cine a ver esta película sin saber quién la ha dirigido, sus dudas se disiparán en cuanto se siente en la butaca. El montaje (como de costumbre en la filmografía de Ritchie) es de una magnitud al alcance de muy pocos. Maneja el ritmo a su antojo, frenando cuando se precisa y acelerando cuando se requiere. Y al igual que juega y alterna el ritmo como desea, también mixtura la violencia y lo irrisorio en los momentos oportunos. No sólo el montaje es lo destacable de esta enredada y minuciosa obra, sino el fenomenal elenco actoral que nos ponen encima de la mesa. Teniendo a Matthew McConaughey, Charlie Hunnam, Colin Farrell, Hugh Grant y un largo plantel de figurones con muy buena planta (y no me refiero con la que trafican) que dan la talla.… ¿Puede salir algo mal? Obviamente, no. Bueno, sí, pero a lo que la trama se refiere, la cual te envuelve en una serie de infortunios y disparates que conducirán a los protagonistas a la perversión y a la atrocidad. Un servidor querría destacar a Hugh Grant en este largometraje, pues no recuerdo un mejor papel del actor británico (dígase de paso que nos tiene acostumbrados a actuaciones triviales y monótonas). Será la gran sorpresa para muchos. Esta película no da cabida a la desconexión, pues si pestañeas o te despistas un segundo, te encontrarás más perdido que Karlos Arguiñano en un Burger. Estamos ante un enorme enredo, un gran laberinto en el que constantemente suceden cosas relevantes, y dicho dédalo puede conducir al respetable a la confusión. Pero en este caso, por lo menos para este crítico, que resulte una maraña es todo un acierto, porque te obliga a seguir atentamente los giros de los acontecimientos, consiguiendo con esto entretenerte las casi dos horas que te encontrarás en frente de la pantalla. Eso sí, puede que Ritchie se guste en demasía y con tanta envoltura y embrollo pueda resultar algo pretencioso. En definitiva, para quien escribe estas líneas, Los Caballeros supone el regreso a la cima de la que no debió bajarse el cineasta nacido en Hatfield, siendo su cinta placentera en su perversión. Aviso a navegantes: no da tiempo al respiro; a la mínima que desconectéis, estaréis en fuera de juego. Pero si estáis atentos, os encontraréis con un enredo ciertamente deleitable. Los fans acérrimos de Guy Ritchie lo gozarán.
#MeToo. El escándalo cuenta la historia de la caída de uno de los hombres más poderosos y mediáticos de Estados Unidos, Roger Ailes. El que fuera presidente y director ejecutivo de Fox News se vio inmerso en una polémica investigación cuando un grupo de mujeres le acusó de acoso sexual y comportamientos despóticos. Finalmente se llegó a la conclusión de que Ailes había estado acosando a mujeres durante décadas, El realizador Jay Roach construye un cinta de estilo periodístico que busca denunciar la ambición de poder, el acoso sexual y sobre todo la impunidad con la que la que algunos hombres poderosos pueden actuar. El escándalo tiene un tono de drama, pero al mismo tiempo juega con la comedia y la investigación periodística. En ninguno de estos géneros funciona demasiado bien, dando la sensación de ser excesivamente efectista y populista. A pesar de ello el resultado final es más o menos satisfactorio. Una prueba de ello es que la cinta fue nominada a 3 premios Oscar: mejor maquillaje (lo ganó), mejor secundaria (Margot Robbie) y mejor actriz (Charlize Theron). Estas actrices, junto a una convincente Nicole Kidman, crean unos personajes explosivos y empoderados muy a tono con estos tiempos del #MeToo. En definitiva un ejemplo de mujeres que se unirán para acabar con la red de mentiras y presiones que ha creado Roger Ailes durante años. El escándalo es una película muy actual que también habla sobre el populismo, las fake news y el empoderamiento femenino. Ello no impide que la cinta proponga algunas preguntas interesantes sobre el movimiento #MeToo que pueden resultar bastante polémicas. Por ejemplo, ¿hasta que punto el personaje interpretado por Nicole Kidman busca la verdad o el dinero y la notoriedad? El talón de 20 millones que firma al final, y que la obliga a guardar silenció, plantea algunas dudas razonables. Jay Roach realiza un retrato muy crudo sobre la caída moral y de valores del imperio americano. Durante sus 108 minutos podemos sentir como América se está deshaciendo y destruyendo a si misma. Una crítica sustentada por una magnífica Charlize Theron, irreconocible con el maquillaje, que construye uno de sus mejores papeles en mucho tiempo. Una mujer sensual e inteligente que no duda en enfrentarse al sistema y a los poderes establecidos, en este caso Donald Trump y Roger Ailes. No obstante Nicole Kidman y Maggie Robbie tampoco se quedan atrás, creando una cinta coral. En este punto me gustaría destacar el impresionante trabajo de John Lithgow dando vida a Roger Ailes. Es uno de los mejores actores secundarios de Hollywood y rara vez es reconocido su trabajo. Lo cierto es que se mueve bien en todos los registros, ya sea dando vida a Churchill en The Crown o a uno de los asesinos más sanguinarios que recuerda la televisión en Dexter. En definitiva nos encontramos ante una película correcta, que a juicio del que escribe, no se toma en ningún momento demasiada en serio. Da la sensación de que Jay Roach no se siente excesivamente cómodo atacando a Fox News y a Donald Trump. Me habría gustado que El escándalo tomara una posición política más firme y valiente. Hay crítica al sistema de valores americanos y también hacia los medios de comunicación, pero todo es excesivamente sutil.
Sin oxígeno. Amenaza en lo profundo es una coctelera llena de ideas y secuencias que han funcionado en otras películas. William Eubank (responsable de The Signal, inédita en la Argentina) dirige una cinta que no se avergüenza en homenajear a títulos como Alien, el octavo pasajero; El Abismo; Avenida Cloverfield 10 o Life: vida inteligente. Da igual que la historia se desarrolle debajo del mar o en Marte, la película es en esencia una odisea por sobrevivir entre monstruos. En ese sentido hay que reconocer que Underwater (tal su título original) no aburre y propone un viaje muy interesante. Eso sí, no busquen originalidad en esta propuesta. En esencia nos encontramos con una tripulación que queda atrapada en una instalación submarina que está a punto de explotar. Para sobrevivir deben caminar por el suelo marino hasta una lejana plataforma petrolífera abandonada. El problema es que están rodeados por unas extrañas y mortíferas criaturas… Nos encontramos ante una historia de monstruos ambientada en el fondo del mar. Se nos propone un viaje claustrofóbico y sin oxigeno por estructuras petroleras, submarinos y fosas acuáticas. El espectador que se acerque hasta esta cinta debe buscar pasar simplemente un rato divertido lleno de sustos y sobresaltos. Puntos en los que la historia cumple con creces. Lo mejor de la película es una guapísima Kristen Stewart en constante homenaje a la Teniente Ripley. De hecho podría decirse que toda la película es un pretexto para que Kristen Stewart pueda pasearse en ropa interior por la nave. Desde el primer plano queda bastante claro. ¿Estará patrocinada la cinta por alguna marca de prendas íntimas? Amenaza en lo profundo es una película divertida que funciona bastante bien y ofrece todo aquello que se espera de este tipo de historias. Quizás William Eubank podría haber dado a la cinta más ritmo e intensidad en su desenlace. Da la sensación que la historia podría ser mucho mejor, quedando muchas preguntas por resolver. En mi opinión le falta más locura, intensidad y sangre. Es de esas películas que mientras más absurdas y bizarras funcionan mejor. Quedan sensaciones de idea poco aprovechada y trabajada . Al final todo se queda en un punto medio. No defrauda pero tampoco sorprende.
Aún con balas en la recámara. Aprovechándose del éxito de la saga Arma mortal y del paradigma que estableció, el mago de la acción de la década de los 90, Jerry Bruckheimer, apostó por aplicar el modelo de buddy movie, esta vez yendo más allá y tomando a dos actores afroamericanos para los roles principales. Su salto no fue del todo al vacío, ya que contó con dos estrellas televisivas que, inevitablemente, despertaban las simpatías de todo el mundo, con lo cual penetró en toda diversidad de públicos. El inmenso triunfo ha llevado a la franquicia, tras un lapso de 17 años, a su tercera entrega. Y, ya desde el título, la propuesta no engaña a nadie: los dos policías encarnados por Will Smith y Martin Lawrence siguen y seguirán igual. La fórmula de acción, sangre, humor y poquitas lágrimas se mantiene y continúa funcionando con la misma solvencia. Y, pese a que su trama criminal no difiere mucho de cualquier filme de acción rutinario de cine o directo a vídeo, lo que le inyecta interés y algo de distinción es la evolución que han sufrido unos personajes fieles a si mismos, pero afectados por el progreso de sus vidas. No estamos ante una obra eminentemente crepuscular, pero si se aprecia el azote de la madurez en los dos agentes, de maneras distintas. Mientras que Marcus (Lawrence) ha aceptado su edad y se está adaptando a una cotidianeidad más tranquila, Mike (Smith) sigue anclado en su juventud y rechaza todo síntoma que pueda sugerir envejecimiento. Dos formas de encarar un hecho opuestas que a la vez se complementan, como ha pasado siempre con estos policías terrenales cuya gracia ha caído siempre en la imponente química entre Smith y Lawrence, para nada agotada después de tantas persecuciones y chascarrillos. Es por ello que la cinta encuentra su mayor lucidez en los momentos íntimos de la pareja, donde dan rienda suelta a su dinámica de colegas a la vez que exponen ese inexorable paso del tiempo que vienen sufriendo. Ya en un plano menor se sitúa una acción funcional pero efectiva que los realizadores belgas especializados en el género, Bilall Fallah y Adil El Arbi, han sabido captar de un Michael Bay que afianzó un estilo acelerado, hiperbólico, explosivo en el que de vez cuando irrumpía una cámara lenta resultona, forjando una identidad visual que ha sentado cátedra en el blockbuster hollywoodense. De ella cabe más esperar una actualización del espíritu cinematográfico noventero de corte conservador que una obra profundamente contemporánea y progresista, como se ha visto en otros ejemplos del género. El feminismo es un breve apunte en forma de un par de secundarias en una cinta marcadamente testosterónica apoyada en una ecuación básica pero adecuadamente ejecutada. Salvando su falta de riesgo, es un entretenimiento digno y disfrutable que no decepcionará a los fans de la saga y a todo aquel que acepte sus convenciones. Pocas sorpresas, nada de aburrimiento, un carisma implacable.
En algún lugar sobre el arco iris. Cuatro años más tarde de estrenar Falsa identidad (True Story, inédita en cines de la Argentina), película que no terminó de convencer ni al público ni a la crítica, Rupert Goold nos trae a nuestras pantallas un biopic de una de las estrellas con más renombre del panorama hollywoodense de la primera mitad del siglo XX: Judy Garland (cuya figura dio vida a Dorothy en la fabulosa El Mago de Oz), encarnada en esta película por la portentosa Renée Zellweger. En primer lugar, decir que la actriz estadounidense no se embarcaba en una buena producción y realizaba una notoria actuación desde hace más de una década, cuando protagonizó a Ruby Thewes en Regreso a Cold Mountain, cuyo papel le dio el Oscar a mejor actriz de reparto en los premios de la Academia norteamericana. Y es que desde 2003 hasta la fecha, ha estado interpretando personajes vacuos y regulares en cintas con sendas características. Podríamos estar hablando perfectamente de una cinta agridulce, olvidable, fría, mermada… pero Renée Zellweger la hace grande, siendo la actriz estadounidense la figura que magnifica y levanta esta obra suya, de nadie más. Bueno, sí, la joven y dulce Darci Shaw también tiene gran parte de culpa de que esta producción no se quede en la mera hojarasca, pues no querría olvidarme de la pequeña Dorothy de esta película, resultando ser una de las gratas sorpresas dentro de la envoltura de la obra. Nada más empezar el largometraje, nos adentramos en la infancia de Judy Garland, concretamente en el momento en el que la pequeña futura estrella se encuentra hablando con el que fuese el máximo productor de El Mago de Oz, siendo este arranque una óptima elección, ya que desde el primer minuto mete de lleno al espectador en la historia de esta leyenda. En Judy nos encontramos con alternancias temporales bien complementadas, no obstante, se echa en falta el haber podido conocer más el drama y la situación vivida cuando era joven, ya que gran parte de la cinta se centra en la figura de Judy en su etapa adulta, pudiendo haber dado más protagonismo a la pequeña Garland, pues el público se quedará con ganas de saber más sobre sus problemas e inquietudes. Por momentos lúcida, por momentos tormentosa, esta cinta podría resultar un arco iris en sí misma. No estamos ante un biopic al uso, de usar y tirar, pero tampoco estamos ante una maravilla. Sin embargo, únicamente merece la pena ver este film por el espíritu, el corazón y la fuerza que la protagonista logra evocar al respetable y, sobre todo, merece la pena el haberse quedado sentado en la butaca por la conclusión. Si no eres muy fan de Judy Garland, algo dentro de ti se removerá y puede que alguna pequeña lágrima se te caiga. Si eres un verdadero fan de póster, llévate unos pañuelos, ya que si no lo haces, puede que la sala se convierta por arte de magia en una piscina cubierta. No, Judy, nunca olvidaremos tu legado. En definitiva, para el que escribe estas líneas, Judy no sería Judy sin Renée. Tras el visionado y analizándolo a fondo, no hay dudas de que estamos ante la futura ganadora de la estatuilla a mejor actriz protagonista en la venidera gala de los Oscar. A veces da con la tecla y otras veces no tanto, aun así, estamos ante una interesante, conmovedora y emotiva historia.
Ser friki está de moda. Después de que la factoría Blue Sky nos trajese a nuestras pantallas títulos como Robots; Olé, el viaje de Ferdinand o su obra más emblemática, La era de hielo, nos llega una película totalmente diferencial y distintiva al resto de las obras pertenecientes a esta productora que trabaja siempre a manos de 20th. Century Fox; y es que, en Espías a escondidas podemos ver una estética que se asemeja más a cintas como la protagonizada por Mr. Increíble, Elastigirl, Ozono y compañía que a la propia saga de Manny, Sid y Diego. Esta nueva entrega ha querido parecerse más a Pixar y así abandonar la otrora animación que le caracterizaba. Ahora bien… ¿es una acertada decisión? Personalmente, no lo creo, ya que con esta elección se va a conseguir que el público caiga en burdas comparaciones. Hay muchos aspectos que caracterizan a este largometraje. Podemos decir que es amena, entretenida, disfrutable, que cuenta con unos personajes muy peculiares y característicos que hacen encarecer la obra, y que tiene un fondo y un mensaje adecuado para la época en la que vivimos. Antaño, ser friki estaba mal visto para la sociedad, pues suponía ser el bicho raro y desdeñable del que todos querían renegar. Ahora, en los tiempos que corren, podemos decir que ser friki está de moda y si no lo eres, bueno, tú te lo pierdes. Y es que en esta película, el espía de altos vuelos Lance Sterling no podría hacer nada sin el peculiar y extraño científico Walter Beckett, cuya voz fue aportada por el joven actor Tom Holland; sí, lectores, todos necesitamos un friki a nuestro lado que nos guíe el camino a seguir. En cuanto a la historia y narrativa de esta película, hay que decir que no vemos nada de otro mundo, peca de poca originalidad y carece de ese “plus” que se le suele pedir a las cintas de animación para que no sólo sirva como mero entretenimiento; y es que Espías con disfraz es eso: puro entretenimiento pochoclero que únicamente va servir para pasar un buen rato en el cine con la familia en vacaciones de verano. No es una película que vaya a quedar para el recuerdo como sí que lo hizo La era de hielo, siendo de lejos la mejor de la filmografía de Blue Sky. Con un arranque potente, presenciamos al apartado niño friki con su madre cuando era pequeño, vemos al villano prototipo de las películas de esta índole, contemplamos al héroe chulesco y simpaticón en acción… hasta ahí nada fuera de lo común. La cosa cambia cuando el espía interpretado por Will Smith tiene que huir del gobierno y confiar en el niño friki que justo instantes antes había despedido para poder destapar al villano que le ha suplantado su identidad. Y es que, al bueno de Lance no le queda otra que depender del pequeño inventor de extravagantes chismes debido a que se convierte en una paloma (o rata de cloaca, como él diría) sin poder volar ni enfrentarse a los peligros como él solía hacer. A partir de ahí, la historia se pierde en la monotonía o, porque no decirlo, en la carencia de momentos agudos y salerosos echados en falta en algunos instantes del largometraje. Aun así estamos ante una película que consigue cumplir su principal misión, que no es otra que distraer y evadir al espectador en la hora y cuarenta minutos que dura este metraje. En conclusión, para el que escribe estas líneas, Espías a escondidas es una película que ha querido asemejarse más a cintas como Los Increíbles y rehuir de la producción vista en anteriores trabajos de la factoría, siendo esta una elección no muy oportuna por su parte. Estas vacaciones toda la familia disfrutará del espía de altos vuelos y su compañero de viaje con esta obra escapista y disfrutable. Auguro gran taquilla, y es que estrenar una película de animación en esta época del año es una apuesta segura.