Esta producción en colaboración entre Robert Rodriguez y James Cameron, el primero como director, el segundo como productor, ambos como co-guionistas en colaboración con Laeta Kalogridis, no defrauda, pero tampoco colma las expectativas.
Basada en la novela gráfica de Yukito Kishiro, enrolada en lo que se conoce como el manga japonés, ambientada en el año 2563, (uno de los mecanismos interesantes se despliega ya en el logo de la compañía productora que por un instante dejo de ser 20 Century Fox para ser la 26 Century Fox.
Han pasado 3 siglos de la debacle del mundo, estamos todavía en tiempos post apocalípticos, por las calles de Iron City transita el Dr. Dyson Ido (Christoph Waltz), un medico dedicado a tratar de mantener a la especie humana en sobrevida, es cuando descubre un fragmento de un Cyborg, cabeza y torax con vida.
La reconstrucción del mismo es perfecto, dándole el nombre de Alita (Rosa Salazar), quien tiene recuerdo de todo menos de su propia identidad, conoce a Hugo (Keean Johnson) quien intentará ayudarla a recuperar la memoria a contraposición del Dr.Ido, quien ve en ella la posibilidad de recuperar a su hija muerta. Pero es un mundo donde nadie es exactamente quien dice ser (no muy lejos de actual), lo primero que recupera es la formación militar, lo que permita despliegue toda su potencia para la guerra.
Esta misma situación pone en alerta a quienes gobiernan y los establece como sus enemigos, más que antagonistas en términos narrativos. La realidad es que todo está manejado desde una ciudad flotante, la última de su especie, allí viven los poderosos reales. La forma de llegar allí es ganando una competencia muy popular. Ella en su débil memoria siente el llamado, algo le atrae.
Plagada de muy buenos efectos visuales y una correcta estructura narrativa, el filme se desinfla a partir de un guión que se hace tan previsible que a la mitad del metraje se adivina como se desarrollara la segunda entrega.
Si es un placer ver a Christoph Waltz en un papel donde el cinismo no asoma ni por casualidad, dándole una carnadura al personaje del más beato, sumado a la presencia de la ganadora del “Oscar”, la siempre bella Jennifer Connelly en el rol de la Dra.Chiren, único personaje que presenta alguna modificación de carácter. Es muy poco realmente.
El filme entretiene desde lo visual, desde a estética, o el montaje, también por escenas de lucha muy bien realizadas, o de esa especie de torneo tipo Rollerball. Pero todo da sensación de ser un “deja vu”, que la establece muy lejos de ser algo original.
Lo dicho, agrada, simultáneamente deja un sabor a decepción.