Con todas las objeciones que se le pueden hacer a Battle Angel, la producción de James Cameron se destaca como la adaptación más respetuosa y cariñosa que se hizo en Hollywood sobre una historieta japonesa hasta la fecha.
Estos proyectos que reimaginan para una cultura diferente los clásicos asiáticos de la ciencia ficción o fantasía son muy complicados, ya que en general la esencia de los contenidos originales tiende a desaparecer.
Lo vimos en el pasado con la espantosa Dragon Ball: Evolución o más recientemente en Ghost in the Shell, que no era una mala película pero tampoco terminaba de convencer.
En Battle Angel se nota que hubo esfuerzo por lo menos de hacerle justicia a la popular cyborg creada por Yukito Kishiro en los años ´90.
Habrá que ver si la película logra capturar la atención del público general que no tenía conocimiento de este personaje.
Ese será el principal desafío de esta producción, ya que entre los seguidores del manga y el animé su recepción creo que será más positiva.
El film presenta una particular fusión entre el cine de James Cameron y el estilo narrativo de Robert Rodríguez, cuya labor estuvo limitada exclusivamente a la dirección.
Esta es la primera vez en su carrera que no participa de la gestación de un proyecto y sólo se dedicó a cumplir una tarea específica.
Pese a todo Battle Angel sobresale como la obra más sofisticada de su filmografía y su mejor película desde la primera entrega de Sin City.
Paso a resaltar los aspectos positivos de este estreno que justifican su recomendación.
La producción de Cameron en principio consigue capturar a la perfección el corazón del manga y su personaje principal.
El trabajo que hicieron con Alita es extraordinario. No sólo porque adaptaron la esencia de la personalidad de la heroína, sino que la combinación de los efectos especiales con la interpretación de Rosa Salazar es perfecta.
A la actriz se la nota comprometida con el personaje y consigue plasmar esa empatía tan especial que generaba la cyborg en el manga. Los ojos de animé no molestan en absoluto y después del primer impacto inicial se aceptan perfectamente.
Rosa Salazar es la gran figura del film y logra que el espectador se enganche con los conflictos que atraviesa la androide, algo que no ocurría con Scarlett Johansson en Ghost In The Shell.
Desde los aspectos más técnicos, Robert Rodríguez brinda una cátedra sobre como filmar secuencias de acción emocionantes en una película concebida para ser disfrutada en una pantalla de cine.
Queda la sensación que la mayor atención de Cameron como productor residió en recrear con fidelidad ciertos aspectos visuales del manga en la película.
Todas las secuencias del juego del Motorball y los duelos entre los cyborgs brindan un espectáculo magnífico.
Para tratarse de una producción hollywoodense la verdad que la película es muy respetuosa con la historia del personaje principal y para quienes conocimos a Alita hace 30 años en su fuente original esto es muy valorable.
Por supuesto, el film no está exento de objeciones y presenta una serie de debilidades.
Alguna de ellas eran predecibles ya que de otro modo Battle Angel jamás hubiera existido.
Para conseguir los 200 millones de dólares de presupuesto Cameron tuvo que sacrificar algunos elementos por demanda del estudio Fox.
El cyberpunk japonés sucio y violento que caracteriza el mundo original de Alita acá fue muy atenuado porque la calificación del film es "apta para mayores de 13 años".
De todos modos creo que el productor se la podía haber jugado un poquito más con el retrato de Iron City que se ve demasiado limpia para mi gusto.
Hay una cuestión rara con la ambientación que no me terminó de cerrar. La trama se desarrolla en el año 2563 pero los habitantes de la ciudad se visten como en el 2018.
No sé si buscaron ahorrar presupuesto en ese aspecto pero genera ruido que la indumentaria de la humanidad no cambiara en 500 años.
El argumento de Battle Angel se sabotea a sí mismo por la propia ambición de Cameron, quien además fue el guionista.
En lugar de concentrarse en un aspecto específico de Alita, el guión combina elementos de los primeros cuatro tomos del cómic y esto genera que varios temas no logren ser bien explorados.
La narración de Rodríguez se desarrolla demasiado rápido y no permite que la gente que desconoce estos personajes pueda seguirlos con un poco más de profundidad.
Por ejemplo, la subtrama romántica quedó muy acelerada y el actor que interpreta a Hugo, el interés sentimental de Alita, es de madera terciada.
No puedo entender cómo se les escapó esto a Cameron y Rodriguez.
Keean Johnson no sólo no tiene carisma sino que está muy por debajo del nivel de Rosa Salazar y eso se nota mucho en sus interacciones.
Por otra parte, el elenco tiene actores estupendos pero con excepción de Salazar, nadie consigue sobresalir por esta cuestión narrativa de contar tantas cosas a la vez.
En lo personal me quedo con un balance positivo de esta producción. Sus debilidades son cuestiones que se podrían resolver en una potencial continuación pero en términos generales Cameron creo que le hizo justicia a Alita.
Para los aficionados del género vale pena disfrutarla en una pantalla de cine.
Ojalá los realizadores pueda seguir adelante con la historia de esta heroína que desde hace más de 30 años representa a uno de los grandes íconos populares del cyberpunk japonés.