En un futuro distópico, la humanidad vive en la miseria, mientras anhela sin esperanzas, poder ingresar a la última ciudad flotante en pie. En este mundo el Doctor Dyson ido se encarga de reparar a los ciborgs que pululan por todos lados; y mientras buscaba piezas en el basurero local, se encuentra con los restos de una niña androide, a la que repara y le da el nombre de Alita; quien no recuerda nada de su pasado, pero que de a poco se convertirá en la esperanza de Iron City.
A más de uno le llamó la atención, cuando se supo que Robert Rodriguez sería el encargado de llevar al cine la versión live action el icónico manga. La gran duda que se nos presentaba, es si el director de ascendencia mexicana, iba a poder imprimir su estilo en la historia, o si en realidad estamos ante un producto por encargo. Y por desgracia, debemos decir que sucedió esto último.
Esto se nota particularmente con dos situaciones. La primera, es que, en las escenas de pelea, y sabiendo que se enfrentan ciborgs, lo más normal hubiera sido que Rodriguezsalpique toda la pantalla con sangre y tripas sintéticas, sabiendo que al “ser falso” podría regodearse aún más en el gore explicito que tanto gusta usar. Pero no, al parecer el PG 13 que trae Battle Angel: la última guerrera, hace que no veamos apenas una gota de sangre robótica.
Y la otra, y que más afecta a todo el film, es que se nos mete con vaselina una sub trama de amor teen, que no solo contrarresta con lo demás, haciendo que el ritmo que se venía consiguiendo, entre en una meseta de sopor y clichés. Sino que los resultados de dicho arco argumental, podrían haber funcionado con cualquier otra motivación; dando a entender que de nuevo a Rodriguez se lo obligo a introducir elementos que no son habituales de su cine.
Pero, nobleza obliga, Battle Angel: la última guerrera es súper entretenida. Pese a los ya comentados bajonazos de ritmo, el film nunca se torna aburrido pese a llegar a las dos horas de duración. También debemos destacar su factura técnica, en la que en ningún momento el CGI chirria a la vista, incluso cuando nuestra protagonista claramente está hecha con efectos especiales.
Battle Angel: la última guerrera en comparación a Ghost in the Shell (nos negamos a pronunciar el nombre que recibió en el doblaje latino) es un paso hacia adelante. Pero la sensación de que estamos viendo algo prefabricado, y se desperdició a un director que suele dejar su sello en las películas, no se nos quita nunca; y termina restándole puntos a la evaluación final.