Por suerte cada cierta cantidad de tiempo aparecen películas que recuperan el sentido puro de la narración cinematográfica y crean personajes que valen la pena para protagonizar esas narraciones. Tal es el caso de Alita Battle Angel, dirigida por Robert Rodriguez, producida por James Cameron y guionada por ambos junto a Laeta Kalogridis, basándose en las novelas gráficas futuristas de Yukito Kishiro.
Alita es una ciborg encontrada en un centro de residuos tóxicos por Ido, un robot-médico. Cuando Alita recupera el conocimiento no sabe quién es ella ni comprende el mundo que la rodea. No sabe cuánto tiempo ha pasado y no comprende mucho de lo que se vive en Iron City. Deberá aprender poco a poco hasta que finalmente comienza a descubrir quien ese realmente.
Si no se supiera que el proyecto fue inicialmente de James Cameron, no sería raro pensar en su cine. Como las heroínas de muchas de sus películas, Alita es un clásico personaje cameroniano, heredera en este caso de las mujeres hawksianas, aquellas mujeres valientes y aventureras que brillaron en el cine clásico. También hay que decir que Robert Rodriguez ofrece lo mejor que tiene como director: Entretenimiento espectacular, amor por los géneros y permanente movimiento. Alita Battle Angel es una aventura de ciencia ficción fuera de serie.
También tiene muchos temas interesantes, esos que hace unos años significaban algo para los cineastas. La protagonista combina la emoción de Espartaco, con la furia de Rollerball, pasando por las peleas de bar de un western y los arquetipos más universales del camino del héroe. Alita es un gran personaje y está rodeada por otros grandes personajes. Su rebelión contra el sistema responde al corazón mismo de las aventuras de ciencia ficción, el personaje crece escena tras escena. Volviendo al comienzo, es difícil ver películas así hoy en día, capaces de resumir en dos horas un universo y presentarnos a un nuevo personaje inolvidable. Tan simple como hacer cine, tan difícil que hoy muy pocos lo hacen.