Segundo largometraje de ficción de Diego y Pablo Levy, "All inclusive" es una comedia con el manual bajo el brazo, que sólo se diferencia por su elenco.
Durante los años ’70, la recordada dupla de Alberto Olmedo y Jorge Porcel supo recrear en el cine, más allá de la picaresca, varias de las problemáticas y frustraciones del hombre argentino medio de alrededor de los 40 años.
Ese estilo, que hoy sería inadmisible por sus consideraciones machistas de época, fue mutando hacia lo meramente costumbrista, regresó de algún modo a fines de los ’90 en la forma de “la saga de los papás” de Francella, para luego ir perdiéndose. Algo de eso hay en Ariel Winograd, aunque más referido a lo familiar.
También apareció en "200000 Besos", aunque para una generación anterior y exponiendo un sector inmaduro; y cada tanto lo encontramos en alguna comedia indie con tufillo a BAFICI, o en producciones que huelen a telefilm un tanto anacrónicas.
Diego y Pablo Levi, en su segunda película no documental, "All inclusive", recogen de algún modo el guante; como para analizar qué cambió en el antes y el ahora. Lo primero que se observa es cierta influencia de la telecomedia argentina. Quizás ya no el falso costumbrismo barrial de Suar, sino esa idealización de clase de Ortega/Underground, también de la mano del posmodernismo ideológico; más notorio, como se dijo antes, en el rol de la mujer.
Lo segundo que se observa, es la abstracción de clase. Se representa ya no tanto al oficinista, sino al profesional relativamente joven, que está formándose en su carrera, y afronta los nuevos desafíos.
Los problemas económicos per se ya no son centrales, sino el quedarse sin empleo, como quedarse sin proyectos. Tercero, una suerte de universalización, en el que la acción podría ocurrir aquí, allá, o en cualquier urbe de clase. All inclusive plantea una situación prototípica.
Pablo (Alan Sabbagh) es un arquitecto en pareja con Lucía (Julieta Zylberberg), actriz publicitaria. Tienen un buen pasar, y una convivencia bastante armoniosa; aunque se notan ciertas asperezas. Durante una cena con una amiga de ella y la pareja de esta, bastante pedante, los problemas se hacen notorios.
Pablo está muy metido en sus proyectos laborales, pronto a firmar un contrato con unos asiáticos para la empresa de la cual es empleado. Se burla y descree de la estabilidad de los otros, convencido de que lo suyo con Lucía es fuerte. Por su parte, a Lucía le pica el bichito de la maternidad cuando se entera que su amiga será madre.
Para mover el avispero, Pablo decide reactivar el postergado viaje a Brasil que tenían planeado, de un día para el otro. Justo, a la mañana siguiente de haber contratado el paquete turístico, a Pablo su confianza le juega una mala pasada y es despedido. Sin empleo, ocultándoselo a Lucía, y con un futuro incierto, se van unos días a Brasil; lugar en el que todos los trapitos saldrán al sol.
Entre una pareja lésbica establecida que se hospeda con ellos (Marina Belatti y Mariana Chaud); y un guía brasilero (Mike Amigorena) en plan seductor, simpatía empalagosa, y múltiples actividades; Pablo se sentirá acorralado por la situación.
"All inclusive" es una comedia romántica, más centrada en el hombre que en la mujer, que transparenta muchas de las frustraciones de esta generación a la que se le exige hacer pie en todos los factores de su vida y no lo logra.
Maneja códigos universales, por momentos nos hace recordar a películas como "Couples retreat"; y se mueve en base a un humor que explora diferentes áreas (pareciera ser la representación gráfica de un stand up), y a veces es efectivo, y otras menos. El guion de ambos Levy e Ignacio Sánchez Mestre se queda en el manual. Todo lo que sucede parece que ya lo hubiésemos visto antes.
Extrañamente podemos adivinar (casi) toda la película con tan sólo ver el afiche; y en las pocas veces que se sale de lo típico, resulta algo inverosímil. Es entretenida, divertida, varias situaciones causan gracia (otras no tanto), pero difícilmente encontremos algo cercano a la originalidad.