Los cuartos en discordia
Ya desde Masterplan (2012), Diego y Pablo Levy demostraban que a la hora de elegir un casting la atención se encontraba en aquellos actores capaces de la versatilidad en pantalla y eso es el principal atributo de su nueva apuesta a la comedia, de la mano de All inclusive, que cuenta entre su reparto al siempre listo Alan Sabbagh, Julieta Zylberberg y el histriónico Mike Amigorena en otro de sus roles ideales para explotar sus dotes cómicas, con las inflexiones de voz y las caracterizaciones donde el cuerpo es fundamental.
Si a esto se le suma un interesante armado de secundarios no puede dejar de mencionarse el aporte de Marina Bellati, también ideal para papeles como el que le toca en suerte.
Podría decirse que si bien no resulta nada original la trama de este nuevo opus de Diego y Pablo Levy, lo que le ocurre al protagonista, arquitecto, un tanto hosco, es bien argentino: gasta a cuenta por un posible proyecto con unos japoneses que vienen a invertir a este país en un emprendimiento inmobiliario, pero como suele ocurrir se queda sin el pan y sin la torta por diferencias irreconciliables con sus clientes y a instancias de su jefe (Campi) que lo retira inmediatamente del proyecto. Sin embargo, para sorprender a su pareja, el susodicho horas antes del incidente con los japoneses había contratado un paquete turístico para la consabida escapada a las playas de Brasil y al querer cancelarlo no lo logra. Y tampoco anoticia a su acompañante (Julieta Zylberberg) sobre ese pequeño traspié laboral.
Así las cosas, lejos del descanso vacacional en las playas y con la presencia omnipresente de un anfitrión, símil simpático símil chanta, una pareja de jóvenes mujeres dispuestas al rélax total, el rostro del arquitecto desocupado irá cambiando al sentirse poca cosa frente a su pareja, sin poder dejar de lado las preocupaciones.
All inclusive funciona como comedia liviana por su ritmo y el buen desempeño de su elenco para que las situaciones se resuelvan rápido y siempre con humor. No se observa en términos de guión alguna falla porque tampoco el relato acumula subtramas, sino que se ciñe a la estructura del enredo en las dos parejas y por supuesto en la rivalidad de los machos alfa en plena playa.
Suficientes garantías para argumentar que Diego y Pablo Levy siguen por la buena senda y que sus comedias conservan la gracia y el ritmo justo para agregarle algún plus o guiño como la incursión de un personaje de la vida real ya aparecido en el desopilante documental Novias – Madrinas – 15 años o haber contado con la participación de Mike Amigorena en un personaje que tranquilamente podría haber caído en manos de un actor carioca para conservar las raíces idiomáticas.