"Yo, mi mamá y mi otro yo"
Más impulsiva que ordenada, la nueva película del realizador Jean-Marc Vallée se queda a mitad de camino y no logra cumplir el objetivo de emocionarnos con la recreación de los hechos reales que vivió la protagonista de esta verídica historia.
En 1995 Cheryl Strayed no tuvo mejor idea que recorrer el sendero denominado “Macizo del Pacífico” en búsqueda de un nuevo sentido para su complicada y tormentosa vida. Este recorrido, de una extensión de más de 4000 kilómetros bajo inesperadas condiciones climáticas, representa en la actualidad una verdadera odisea para los amantes del senderismo ya que implica cruzar la costa oeste de los Estados Unidos partiendo de México y finalizando la enorme travesía en Canadá.
“Alma Salvaje” es una adaptación cinematográfica bastante descafeinada de la novela “Wild: From Lost to Found on the Pacific Crest” escita por la mismísima Strayed años después de concretar este desafío personal. Si bien al momento de su publicación “Wild” se convirtió en un best seller dentro de los Estados Unidos, las similitudes que presentaba la novela con “Into the Wild” de Jon Krakauer no tardaron en aparecer y le jugaron una mala pasada. Esos mismos problemas con los que tuvo que sortear la autora del libro en aquel momento son con los que lamentablemente tropiezan Vallée y su nueva película.
“Into the Wild”, como era de esperarse, también tuvo su adaptación a la pantalla grande y lo hizo de forma exitosa de la mano del director Sean Penn y el actor Emile Hirsch. “Hacia rutas salvajes” (como se conoció el film en nuestro país) tuvo un reconocimiento y un éxito inesperado gracias a un público que la sigue manteniendo vigente. Esa enorme sombra es con la que “Wild” no puede lidiar pese a ofrecer una estructura narrativa más dinámica y entretenida que la de aquella lacrimógena propuesta.
Los puntos más altos de “Alma salvaje” sin dudas son las muy buenas actuaciones de Reese Witherspoon y Laura Dern (ambas nominadas al Oscar por sus respectivos trabajos de hija y madre en el film) y un apartado técnico donde la edición y la fotografía jugaron un rol clave. La primera, recurriendo a flashbacks y desordenando de forma amena el relato, hace más que llevaderas las dos extensas horas de metraje. La segunda ofrece algunas bellas imágenes que, sumadas a la buena música que ofrece por momentos el irregular soundtrack, logra despertar en varias ocasiones emociones genuinas en el espectador.
Ahora bien, el principal problema de la película de Vallée es que en esa búsqueda de consolidarse como una propuesta más amena y más original que su competidora directa pierde toda intensidad dramática y los hechos no logran generar empatía ni traspasar la pantalla. “Alma salvaje” es un producto vacío y estilizado, carente de grandes emociones, en el que sus personajes no atraviesan grandes situaciones y tampoco se despeinan a la hora de superar sus graves problemas que van desde adicciones, violencia y perdidas familiares trascendentes.
De hecho, la resolución del film con lo abrupta que es resulta irrisoria ya que ni siquiera el más avezado de los espectadores puede llegar a sentirse cómodo con ella. Lejos de ser un final “abierto” o “reflexivo” termina pareciendo vago e insulso.
La búsqueda de nuevos horizontes y el renacimiento espiritual de una persona supo reflejarse de mejor forma anteriormente en la pantalla grande. “Alma salvaje” es apenas un videoclip que se encarga de retratar formas sencillas e idílicas de superar grandes problemas dentro de un mundo irreal de color rosa.