Introspección a mitad de camino
Resulta exagerada la nominación de Reese Whitherspoon al premio Oscar como "mejor actriz" por el papel de una joven que emprende un extenso viaje de mil millas para olvidarse de su pasado.
Esta película del realizador Jean-Marc Vallée, el mismo que el año pasado deleitó y danzó al ritmo de los Oscar con El Club de los Desahuciados y que significó el Oscar para Matthew McConaughey, sigue las instancias de un viaje de rendención como ocurrió años antes con El camino y otros tantos títulos, una experiencia arriesgada y liberadora para quienes deciden emprender la travesía.
Reese Whitherspoon pone su cuerpo y alma -pero no alcanza- para dar vida a Cheryl , quien decide iniciar sola una caminata a través de un paraje famoso de 1000 millas.
Con escaso conocimiento de los peligros de la naturaleza, su carpa como refugio y un sobrepeso en su mochila que se convertirá en su principal enemigo, la protagonista afronta un desafío personal con una cámara que no se despega de su camino.
El film recurre al flashback para ir reconstruyendo y comprendiendo el pasado de Cheryl: su poco agraciada mirada sobre la vida, las relaciones con los hombres y la presencia de una madre -Laura Dern- que sin dudas ha marcado su oscilante presente. Dern también está nominada como "actriz de reparto" por su papel y parece la única capaz de mantener el escaso interés que despierta un relato carente de verdadero nervio u obstáculos.
En su peregrinaje, Cheryl se encuentra con otros mochileros, comparte experiencias, se deshace de objetos pesados, pero sigue llevando en su mochila el dolor de un pasado que arrastra muertes y autodestrucción. Que lástima que la película no resulte ni tan salvaje ni tan espiritual como indica su título, solo plantea una introspección que queda a mitad del camino.