Amores difíciles de tolerar.
Alma y Fernando (Javiera Contador y Fernando Larraín) están casados hace más de quince años, se conocieron de pequeños y el flechazo fue instantáneo. Pero el ya no se siente como antes, Alma es maníaco depresiva y a su marido se le hace cada vez más pesada la carga de llevar adelante esa situación.
Alma decide echarlo de la casa cuando accidentalmente escucha a Fernando quejándose de lo difícil que es la convivencia, y en ese momento él se da cuenta de que ella es el amor de su vida y decide recuperarla. Mientras tanto Alma no pierde el tiempo y conoce a un argentino canchero llamado Gaspar (Nicolás Cabré) con quien comienza una nueva relación.
Planteada como una comedia romántica liviana, con algunos gags del estilo de "Súper Secreto" o situaciones de la protagonista que recuerdan a "Amélie", la película está armada de forma simple, siguiendo la estructura de una sitcom -el director y los protagonistas interpretan la versión chilena de "Casados con Hijos"- sin profundizar ninguna situación y apostando a lo seguro.
Muchas comedias románticas que están plantedas sobre fórmulas o estructuras prediseñadas han dado buenos resultados, pero este no es el caso. Principalmente porque el eje del filme está puesto en una protagonista que difícilmente logre empatía con el público. Con la excusa de la bipolaridad, Alma se comporta como una persona sin sentido común y resulta insoportable, haciendo sus gracias, una tras otra, del principio al final de la película, mientras Fernando se limita a seguirla como el pobre muchacho que hará cualquier cosa por recuperarla. Finalmente es Nicolas Cabré quien construye el mejor personaje de los tres, con un guión que no le permite lucirse demasiado.
Alma es una película técnicamente muy prolija, pero armada sobre un guión que no hace más que amontonar gags y situaciones forzadas, con actores graciosos pero que poco pueden hacer con un filme mal construido.