Un intento de comedia con mal timing.
Se dice que el humor es indicio de inteligencia, pero aun así se requiere un gran tacto —por no decir una enorme valentía— a la hora de tratar un tema serio como es el trastorno bipolar. La producción chilena Alma se mete en estas procelosas aguas y lamentablemente no consigue sobrevivir al naufragio; ni como comedia sobre la bipolaridad ni como comedia a secas.
Alma por nombre, no tanto por naturaleza
Alma y Fernando llevan casados 20 años. Ella, profesora de piano y él, cajero de supermercado. Últimamente a Fernando le está molestando bastante los tics y comportamientos extraños que está teniendo Alma a causa de que padece trastorno bipolar. Un buen día, va a buscar a su marido a su lugar de trabajo y sobre escucha una conversación donde él revela que siente vergüenza de Alma. En respuesta a esto, ella lo echa de la casa, obligando a Fernando a hacer lo que sea necesario para recuperarla. Pero un argentino llamado Gaspar se interpondrá en sus planes.
El guion de la película, aunque tiene una estructura marcada, con puntos de giro claramente reconocibles y algunos elementos bien ubicados, posee sendas inverosimilitudes e inconsistencias narrativas que terminan jugándole en contra. Es un retrato que trata de hablar de la bipolaridad con humor, pero sus exageraciones contribuyen a que se dé más lástima que gracia, terminando por construir una imagen superficial de la condición, tanto desde el punto de vista del afectado como de quienes lo rodean.
Como si esto fuera poco, tanto las escenas “cómicas” sobre la bipolaridad como aquellas que no la aluden en lo absoluto padecen de serios problemas de timing. Los elementos están pero el Alma (cuec!) del chiste no está. También hay una subtrama con el mejor amigo del protagonista, que no conforme con carecer de gracia no guarda ninguna conexión, argumental o temática, con la trama principal más allá de que la protagoniza dicho amigo.
Por el costado actoral, la película está bien actuada. Javiera Contador y Fernando Larraín entregan un nivel interpretativo más comprometido que sentido. Nicolás Cabré no está mal; no hay mucho para elogiar, pero tampoco para criticar. Si ellos no consiguen destacar o conectar con el espectador les aseguro que no es falta de talento, sino el haberlo puesto al servicio de una historia fallida y unos personajes compuestos con pereza.
Por el costado técnico, la película esta decentemente fotografiada y editada, con algún que otro acierto en la dirección de arte y el vestuario, donde se destaca una gran preferencia hacia los colores chillones.
Conclusión
Alma, a pesar de tener sostenibles aciertos en lo técnico y lo interpretativo, termina siendo un título fallido por no generar las risas que se propone o conmover con la historia que cuenta. Era una historia que necesitaba de un guion más atento al detalle (sobre todo por la seriedad de su tema y querer expresarlo mediante el humor); tenían la materia prima para hacerlo, pero eligieron decantarse por una concatenación de tics que no causan ni la más mínima risa.