En blanco y negro, con juegos visuales y sonoros experimentales, este film argentino sigue a un actor conflictuado que conoce a una traductora de alemán y tiene pesadillas con una bestia llamada Krampus. El resultado es una excentricidad que exige esfuerzo de atención, aunque con un buen trabajo técnico y varias buenas ideas de la directora de Todos tenemos un plan.