Con espíritu concientizador
Cuidado, prolijo, bienintencionado, este documental de Mónica Gazpio y Fermín Rivera aborda el tema de la adopción con claro espíritu concientizador. La idea es romper con la victimización (propia y ajena) que se hace contra (y desde) aquellos que no pueden tener hijos pero quieren ser padres y, también, por aquellas mujeres que tienen hijos pero no desean ser madres y prefieren dar sus niños a otras familias.
El film -que debería tener por su estructura y temática más futuro en la TV que en su limitado paso por el cine- ofrece múltiples testimonios (desde los científicos a los psicológicos o sociológicos, pasando por los de aquellas parejas que han atravesado situaciones ligadas a la adopción), ofreciendo así un panorama bastante amplio sobre el tema.
Ante la dificultad de obtener los relatos más extremos a cámara (sobre todo, las de aquellas madres que deciden no quedarse con sus bebés o los de matrimonios que han tenido experiencias conflictivas), la dupla de directores apela a actores profesionales (Laura Azcurra, Osvaldo Laport, Celina Font) para que “interpreten” esos testimonios, tratando de mantener la emoción, la densidad de aquellas confesiones íntimas.
En este sentido, suena un poco absurdo el cartel que al comienzo del film aclara que los intérpretes no atravesaron por ninguna de las situaciones que actúan, algo que ya quedaba claro desde el momento en que los testimonios reales son en las casas o lugares de trabajo de esas personas, mientras que las performances se realizan en estudio con un infinito como único fondo (véase foto).
Más allá de sus logros y limitaciones, Alumbrando en la oscuridad logra su cometido principal: investigar, indagar, cuestionar, informar, visibilizar, humanizar y -quedó dicho- concientizar. Misión cumplida.