Inocente, inofensiva e insulsa
En Alvin y las ardillas 2 (2009) se repite la fórmula de la primera entrega. Como dice el dicho mejor bueno conocido que malo por conocer, Hollywood y los animadores digitales se aseguran una receta vendedora y eficaz. Nada viene mejor en esta época de vacaciones para entretener a los más chicos.
Basada en la serie de dibujos animados de los años ‘50 sobre un grupo musical de ardillas, regresa al cine el célebre trío de estrellas cantantes ahora acompañado de su rival femenino, unas sexys ardillas que les harán la competencia en medio de un hostil y disparatado ámbito escolar.
Un film infantil muchas veces lleva consigo un mensaje más profundo que el mero hecho de entretener a la platea mas juvenil, hemos visto ejemplos que aportan un punto de vista inteligente y reflexivo que apunta a ser interpretado precisamente por un target de publico mas reducido como el adulto. Nada de eso en Alvin y las Ardillas 2. Su estatura argumental no esta a la altura de los desarrollados efectos especiales que engalana. Su procedimiento es tan metódico que podría aplicarse a cualquier otra producción infantil casi como si se tratara de una guía de manual de cómo hacer cine para niños rutinario. Sin dudas no alcanza con la simpatía de las ardillas y el despliegue visual mencionado.
Cabe hacer la distinción que, los efectos visuales y cuanto adelanto técnico se ponga en funcionamiento como las cada vez más difundidas animaciones tridimensionales, no alcanzan a la hora de valorar un film. Si éstos son el medio a través del cual contar una historia valedera, su uso será provechoso, pero si de pasar a ser una herramienta se convierten en el centro de atención, se estará menospreciando la inteligencia del espectador, tratándolo de conformar realmente con poco.
A Betty Thomas, una realizadora con un sólido background en el ambiente televisivo, parece faltarle entusiasmo a la hora de imprimirle al film algo de vitalidad, picardía y aventura, elementos apreciados en exiguas dosis. Las pobres ardillas son victimas del acartonado universo que las rodea y la expresividad de estas poco puede aportar un atisbo de simpatía que se desdibuja con el deslucido papel que les toca. Insípida y vacía, es un film sin carisma que solo generará decepción y, eso si, suculentos millones de recaudación.
Vivimos tiempos facilistas y resultadistas. El cine infantil solía ser otra cosa, en parte porque había otros objetivos más que el meramente comercial y por eso primaba el buen gusto. Después de ver este despropósito, la pantalla grande a oscuras y en silencio ya no transmite la misma magia.