Ardillas a la parrilla
Llama la atención que habiendo tenido dos entregas anteriores relativamente dignas dentro de lo que se espera de este género, los productores hayan tenido la necesidad de hacer naufragar -en sentido figurado y literalmente- a estas simpáticas ardillas.
Y lo han hecho en el peor de los sentidos, forzando con esta tercera entrega, un producto completamente alejado del espíritu del cartoon original y de las ediciones anteriores y que se encuentra absurdamente fuera de las expectativas que generan estas pequeñas estrellas del pop americano.
La excusa para traerlas una vez más a la pantalla grande, que tampoco queda del todo clara, arranca con estas simpáticas ardillas disfrutando de sus vacaciones a bordo de un crucero de lujo que nos remite directamente a "El crucero del amor". Ya desde las escenas iniciales Alvin está con muchas ganas de hacer travesuras y merced a una de ellas terminan todos como náufragos en una solitaria isla que entre otras sorpresas, esconderá un tesoro.
El guión ya desde esta primera parte en el crucero, es completamente deshilvanado y apenas entreteje algunas escenas en forma de "sketches" que no guardan demasiada coherencia entre sí, que presentan una narración episódica y con pequeñas ideas que no logran una cohesión en ningún momento.
Además de esto, pasadas las escenas inciales del crucero, se borra completamente el espíritu de comedia que suele rodear a las ardillas para pasar con una ruptura bastante fuerte, a una historia que tiene mayores condimentos de película de acción y de aventuras... algo quizás, un poco inesperado para estos personajes.
El guión incluso, presenta ciertos guiños que difícilmente el público más menudo pueda captar, con "homenajes" a películas como "Náufrago" con Tom Hanks y su inseparable compañero Wilson, "Indiana Jones" en su primera entrega y la típica escena de la bola persiguiendo al protagonista y hasta con un toque de la serie "Lost" con los náufragos varados en la isla y un toque de escenarios selváticos.
Nada tiene demasiada coherencia, nada tiene demasiada gracia y aunque las que salvan las papas del fuego son las simpáticas ardillas, lamentablemente la cuota de humor esperado faltó completamente a la cita y el director Mike Mitchell (quien también fue director de "Shrek para siempre" "Gigolo por accidente" y "Superescuela de Héroes") no encuentra el camino para conducir a estas ardillas con su propia impronta y guardando fidelidad al espíritu "ardilleril".
Jason Lee ya hasta parece demasiado maduro para este papel completamente insulso y sólo la película gana un poco de ritmo en el clip final donde realmente las ardillas explotan lo que más saben hacer: un par de covers de los que el público menudo está esperando para abandonar la sala con un poco de ritmo.
Justamente el ritmo que vino faltando durante todo el resto de la película...