Apasionante retrato de un arquitecto
Uno tiene ganas de decirle a mucha gente que no se pierda este documental. Pero Amancio Williams se da en pocas funciones en una sola sala del Centro Cultural San Martín. Es un estreno mínimo, como el de tantos otros documentales argentinos. Amancio Williams es uno de los destacados, de los importantes, de los fascinantes. Claro, para todos aquellos que valoran -y mucho- las buenas películas sobre arquitectura, arquitectos, urbanismo. Las ideas sobre cómo habitar el espacio pueden conectarse muy bien con el cine.
Amancio Williams fue uno de los grandes de la arquitectura moderna argentina, y la película de Gerardo Panero (exhibida en las últimas ediciones del Festival de Mar del Plata y el Bafici) plantea un retrato de su obra, sus influencias, sus conexiones -especialmente con Le Corbusier-, sus obsesiones. Y lo hace con una solidez notable, una lógica expositiva clara, que explica sin caer en demagogias didácticas ni en formas meramente informativas. Amancio Williams es una película clara y a la vez sofisticada, que rodea sus temas y a su retratado con recursos variados: entrevistas, claro -bien dosificadas, bien montadas, que nunca se extienden de más-, observaciones de construcciones, planos de bocetos y de espacios proyectados. Y material de archivo que inevitablemente muestra un pasado más creativo, más pujante, menos pobre que el actual. Por otra parte, el film logra de forma consistente esquivar el habitual riesgo de musicalización en modo televisivo de muchos documentales al decidirse por las composiciones del padre de Amancio, el músico Alberto Williams, y usarlas de forma sutil, climática, sobria.
La película también funciona como un retrato en el tiempo de "la casa sobre el arroyo", o "la casa puente", la obra más conocida de Williams (además de la Casa Curutchet de La Plata, que diseñó Le Corbusier, pero cuya obra dirigió Williams, incluso con variantes). La casa sobre el arroyo no sólo es importante en la obra de Williams, también es una de las construcciones destacadas en listas de obras arquitectónicas de todo el mundo. El eje puesto por el film sobre esa casa funciona de forma descriptiva (el montaje y los recorridos aportan a la relación interior-exterior buscada por Williams) y de forma narrativa, al contar sin ripios el triste destino del inmueble, dentro del triste destino de la cultura relevante del siglo XX en esta Argentina contemporánea.