Recuerdo de un arquitecto clave
Gerardo Panero, egresado y docente de la Enerc, no quiere llamar la atención sobre sí mismo. No pretende hacer un "documental de autor". Su trabajo está al servicio del tema y del espectador que quiere informarse, es "convencional" para ciertos gustos, y eso se agradece. Porque el tema es muy rico, lleno de información y de propuestas de reflexión: se trata de la vida de un arquitecto, la descripción de su obra más famosa, y la denuncia de un mal típicamente nuestro, fruto de la ignorancia, la desidia, el vandalismo y la impunidad.
Se trata de Amancio Williams, figura clave de la moderna arquitectura argentina, autor de la famosa Casa sobre el Arroyo, vecina a Mar del Plata, y de otros cuantos trabajos que inspiraron a sus continuadores pero sin alcanzar la suficiente difusión. Aún más: fue venerado, respetado a nivel internacional, pero la mayoría de sus proyectos quedaron en el tablero. Para conocer su pensamiento, y sus ideales, basta escuchar su voz en una vieja grabación que la película recupera:
"Las ciudades deben devolver a los hombres lo que les quitaron. La luz, el aire, el sol, el goce del espacio y el tiempo, lo que necesita para su salud física y mental. Las horas que hoy pierde estérilmente en el transporte, y que podría aprovechar para la producción, el descanso o el placer." ¿Quién no podría estar de acuerdo? ¿Qué intereses o desintereses impiden ese sueño?
Tras una búsqueda de material que le llevó cerca de cuatro años, Panero nos cuenta la vida de Amancio Williams, su paso por la ingeniería y la aviación, su trabajo con el famoso Le Corbusier (él y Simón Ungar concretaron la Casa Curutchet de La Plata, aportando además algunas ideas), el aprecio que el genio suizo le mostraba, otros proyectos en los que trabajó sin que después se llevaran a cabo (los hospitales para Corrientes, el aeropuerto sobre pilotes en el Rio de la Plata, una sala de conciertos de igual nivel de acústica en cada uno de sus rincones, etc.) y la Casa sobre el Arroyo.
La pensó para su padre, el músico Alberto Williams. El mismo condujo su construcción, vigiló cada detalle, hasta su inauguración en 1945. Una casa en medio de un parque, con las copas de los árboles a la altura del ventanal. El padre la habitó, escuchaba los pájaros, tocaba el piano. Por alguna razón, muchos años después, quedó deshabitada. Llegaron los depredadores, hubo un incendio, el Estado, que la reconocía como monumento, tardó en hacerse cargo. Recién hace dos años la compró la intendencia, y ahora empieza, quizá, la recuperación. Al menos hay visitas guiadas.
Todo esto, expone la película de Panero, despertando el interés y también las inquietudes. Están la compañera y colega Delfina Vázquez de Williams, los hijos Claudio (a cargo del archivo) y Pablo, colegas como su amigo Juan Manuel Boggio Videla y Graciela Di Iorio, hoy vigilando la recuperación de la Casa, y muchos otros conocedores, todos ellos de expresión clara. Se aprende mucho con esta obra. Sobre planeamientos, construcciones, y también destrucciones. Sobre Argentina, en síntesis.
La música, hermosa y muy adecuada, es del maestro Alberto Williams, interpretado por Valentin Surif. La película debería darse en todas partes. Solo se da dos días por semana, en el Centro Cultural San Martín.