¡Le llenaron la cocina de humo!
Primera parte del último capítulo de la saga Crepúsculo, Amanecer (Parte 1) (Breaking Dawn - Part 1, 2011) sigue el derrotero de Bella (Kristen Stewart) y el vampirito Edward (Robert Pattinson) y, por fin, les permite mostrar un atisbo de carnadura humana y mínima espesura emocional. Eso y una narración continua y sin picos de impostada gravedad alcanzan para que esta entrega sea la mejor de la saga.
Luego de los infinitos conflictos e histeriqueos con el torneado licántropo Jacob (Taylor Lautner), Bella da el sí ante Edward y su lívida familia (entre ellas está la argentina Mía Maestro). La celebración continúa en una paradisíaca isla de Brasil, donde –ya era hora- la feliz parejita hace el amor por primera vez. El romanticismo de la situación muta por incertidumbre cuando Bella queda embarazada. ¿Qué está engendrando?¿Cuál será el resultado de la mezcla de genes humanos con los vampíricos? Enigmas insondables para la humanidad a resolverse a lo largo de esta película. Y de la otra, claro.
La jurisprudencia de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte (Parte 1) (Harry Potter and the Deathly Hallows, 2011) sirvió para que la adaptación cinematográfica de Amanecer (Parte 1) fuera dividida en dos. Lógico: un par de películas recaudan más que una. Más si se trata de una de las que más fervor despierta en la platea adolescente. Aun así, el director Bill Condon –el mismo de Kinsey: el científico del sexo (2004) y Dreamgirls (2006), debutante en la saga- hace de esa decisión de neto corte económico un beneficio para la película. Más allá de sus problemas formales –es la película con más panorámicas aéreas de la historia del cine-, Amanecer (Parte 1) tiene una narración menos episódica que las anteriores y evita la progresión dramática a los ponchazos para, en cambio, delinear con claridad el conflicto, convirtiéndose en la entrega más llevadera y cohesionada de todas.
Ahora bien, que lo que cuente sea básico y de un grado de puerilidad absoluta –enésimo enfrentamiento entre lobos y vampiros, ahora por la suerte de Bella y su vástago- es menos producto de la película que del material en el que se basa. Pero Condon logra esmerilar la rugosa superficie conservadora de la película insuflándole un poco de viseras y un atisbo de corazón. El debut sexual de la pareja retratado con una llamativa explicitud, el embarazo sorpresivo y –otra vez: por fin- la aparición de la benemérita sangre en una película cuyo personaje central es un vampiro configuran un panorama sorpresivamente alentador. Incluso hasta la misma película parece reírse de sus predecesoras cuando Edward destruye la cama en pleno éxtasis sexual, en la que es la escena más graciosa de la saga.
Película correcta y hasta por momentos disfrutable, Amanecer (Parte 1) deja la puerta abierta para la quinta y última película en un plano final que se olía a horas de metraje de distancia. Será cuestión de esperar un par de meses para ver si lo de Condon fue una excepción o definitivamente Crepúsculo dio vuelta la página. Ante la duda, conviene no reparar la cama.