Una Bella entre colmillos, pañales y aire carioca
La saga Crepúsculo continúa y en esta nueva entrega aprovecha con buenos recursos las vueltas de tuerca que ofrece el relato. Rodada de manera conjunta con Amanecer (Parte 2), que se verá en noviembre del año próximo, el nuevo eslabón de la saga protagonizada por humanos, vampiros y hombres lobos encuentra a los personajes un paso adelante: han crecido, deciden dejar el hogar paterno y construír su propia familia.
El director Bill Condon elabora un melodrama con toques fantásticos y cambia el eje de la acción. La boda de Bella (Kristen Stewart) y Edward Cullen (Robert Pattinson) está organizada, todos reciben invitaciones para la fiesta y el lugar elegido para la luna de miel es Río de Janeiro.
La decisión (y el riesgo) de Bella de unirse al clan de los inmortales desata una ola de acontecimientos peligrosos cuando queda embarazada y se convierte en un "objeto de protección" de los Cullen y del enemigo de los vampiros, Jacob (Taylor Lautner), el amor de su juventud que se transforma en licántropo.
Entre luchas sin cuartel que se tejen entre los clanes que quieren destruírla y aquellos que la protegen ser una "elegida", la película entretiene e imprime su aire romántico en el primer tramo para luego desatar la acción.
Basado en la obra de Stephenie Meyer, y con guion de Melissa Rosenberg, el film juega con el tema del embarazo (la vida y la muerte) a través de imágenes que inquietan; un "flashback" que muestra el pasado de Edward como asesino de "hombres perversos" y la idea de la continuidad de la especie que aparece teñida de color sangre.
Entre aguas calmas recortadas por la luz de la luna, Bill Condon acierta en la creación de atmósferas seductoras y pesadillas (las luchas de los lobos es reiterativa) y en la nueva "vida" que le espera a Bella. Amanecer (Parte 1) termina justo en el momento más atrapante y habrá que esperar un año para conocer el desenlace de un producto pensado para público adolescente que ha dejado 1.8 mil millones de dólares en las boleterías de todo el mundo. Acá los colmillos dejan lugar al encanto, al sexo, la sorpresa y al parto, como ocurría en El monstruo está vivo!.