Lo primero es protestar por esta maldita moda de “desdoblar” un film en dos, iniciado con la última entrega de Harry Potter (que redundó en un film donde no pasa nada y otro en el que pasa demasiado demasiado rápido). Ahora es la saga Crepúsculo, de lo menos interesante -estéticamente; sociológicamente es otro tema- que ha dado el cine en los últimos años. Ahora veremos qué pasa cuando el vampiro lánguido y la chica virgen se casen mientras las fuerzas de la oscuridad los rodean con su poder maligno, etcétera. Pero, dado que el film está desdoblado, tampoco es que veremos demasiado. Ni la metáfora “Vampiros europeos Vs. Lobos indoamericanos”, ni el consorcio chupasangre, ni la idea de que un rostro “sexy” de Kristen Stewart (por las dudas no lo sepa, ha demostrado en otras partes tener pasta para la actuación) es mirar con ojos vacíos y aerofágica o que el pobre Robert Pattinson (que también puede actuar) es sexy porque es flaco alcanzan para causar algún interés. Menos cuando en este film todo queda por la mitad, además. Un álbum de figuritas para fanáticos con algunas buenas secuencias de acción.