A cuidarse más
Llegó el día. ¿O la noche? Ese que tantos fanáticos de los colmillos y la licantropía buscaban, soñaban. Se cristalizó en un bosque cuando Bella y Edward, frente a varios chupasangres y la familia de la novia, contrajeron feliz matrimonio.
Hasta allí, sólo el comienzo del intríngulis que Amanecer, parte 1 dicta en paralelo a la obra literaria de Stephanie Meyer. Y a diferencia de las otras películas de la saga Crepúsculo, este film balancea amor y sangre en parejas dosis.
El film está dividido en dos partes, por un lado la paradisíaca luna de miel en una isla ubicada frente a las costas de Río de Janeiro con todas las situaciones típicas de la experiencia. Y, por el otro, el momento donde Bella comienza a sufrir dolores y vive (¿o comienza a morir?) todos los síntomas del, sí, embarazo. Y acá la película baja un claro mensaje de como todo lo que era color de rosa, de repente se torna inmanejable: Edward parece quedar sobrepasado por la situación, frío, sin saber qué hacer. Y parte de la responsabilidad para colaborar en el asunto recae en manos de Jacob, el siempre enamorado licano que le da calor a Bella.
En torno a la bebé ¿vampiro? que va a concebir la protagonista, el guión se ajusta hacia la angustia, desnutrición y otros traumas consecuentes de una concepción no planificada. Y las escenas son fuertes en el momento de dar a luz como así también la lucha entre licanos y vampiros por las "traiciones" de Black. Con muchas puertas abiertas hacia la parte dos -a estrenarse en un año- Amanecer asoma la cabeza por el resto de las otras Crepúsculo. Y al igual de lo que sucede con Harry Potter, el argumento ya se juega con elementos referidos a la adultez de los personajes. Y hay que cuidarse mucho con eso.