Un casamiento con el vampiro
La cuarta entrega de la saga de Crepúsculo es, a la vez, el principio del fin. La película comienza con la tan esperada boda entre Bella y Edward, momento culminante del amor prohibido entre la humana y el vampiro.
Desde el año 2008, cada año apareció una nueva entrega de las películas basadas en los best-sellers de Stephenie Meyer, reproduciendo en cine el éxito de los libros. Así, Kristen Stewart como Bella, Robert Pattinson como Edward y Taylor Lautner como Jacob se han convertido en ídolos adolescentes y estrellas de fama mundial.
Como todo fenómeno de culto, sus seguidores son de una fidelidad absoluta, de la misma manera en que muchísimos espectadores ignoran de qué trata todo el asunto. Pero quien desde afuera vea que es una historia con vampiros y hombres lobos, tal vez crea que la saga Crepúsculo pertenece exclusivamente al cine de terror. Nada más equivocado, los films están mucho más dentro del canon del cine romántico que de los relatos de horror. La historia se sirve de personajes del género, pero en definitiva cada película es principalmente una serie de conversaciones entre los personajes, hablando de amor, lealtad, traición y muy pocas veces pasan al terreno propiamente dicho del cine de terror.
En Amanecer esto queda clarísimo: durante la primera hora asistimos a todos los lugares comunes de la representación de una boda en el cine, sin que asome, más que en un sueño, otra cosa más que la boda de una adolescente de 18 años que llega virgen al matrimonio y espera su luna de miel. De las casi dos horas de película, hay que decir que los peores defectos de la serie (su estética mediocre, sus diálogos eternos y su repetición de frases e ideas ya expresadas) se hacen presentes en la primera mitad. Quien, a pura voluntad, logre atravesar esta parte se encontrará con un premio en la segunda mitad, cuando el drama crece, cuando la tensión aumenta y cuando realmente pasa algo.
Allí, y de forma más intensa, aparecen el cine de terror y el melodrama. Las escenas dejan de ser tan lavadas y mediocres y se despiertan conflictos más fuertes. Los personajes, ya conocidos por todos, cobran su dimensión y exponen sus verdaderos valores y su fuerza. Por primera vez les pasa algo fuerte. Cuando eso queda plasmado en la pantalla, la primera parte llega a su fin y se anuncia la segunda parte del capítulo final. Si se mantiene en este tono, será la mejor de las películas de una serie que recién ahora empieza a despertar.