Un final que es principio (parte 1)
Bella (Kirsten Stewart) le cumple finalmente el sueño a su muy chapado a la antigua novio vampiro Edward (Robert Pattinson) y se convierte en su esposa en una ceremonia larga y clichosa que será muy del agrado del fandom local. Lo bueno comienza cuando Jacob (Taylor Lautner), el mejor amigo de Bella y tercero en discordia, se percata del peligro real que corre una frágil humana como su amada en la inminente luna de miel. Desoyendo las advertencias de sus dos amores, la joven se empeña en llevar la vida de una recién casada "normal" (es decir, sexo incluído) y al salirse con la suya, desata la reacción biológica más inesperada: después de todo, ¿quién pensaría que algo podría gestarse de la relación carnal de un ser humano y un vampiro?
Con Bella de regreso en estado de salud crítico, Jacob y su manada de licántropos enfrentan nuevamente la posibilidad de entrar en conflicto con el clan vampírico de los Cullen, que protege a su nuevo miembro con celo. ¿Se quebrará finalmente la tregua entre estas especies antagonistas? Y si Bella finalmente se enfrenta a una nueva existencia inmortal, ¿qué será de sus relaciones humanas?
Pocos fenómenos cinematográficos le deben tanto al marketing, y se explican tanto por la misma razón, como la saga Crepúsculo. Si no, sería difícil creer en el éxito rotundo de una serie de filmes que tiene como protagonistas a una chica torpe e inexpresiva y a un vampiro casto. Justo un vampiro: el epítome de la sensualidad. Bien, Stephenie Meyer y sus adaptadores cinematográficos se tomaron su tempo para darle a la saga la cuota terrenal de sexo, violencia y dramatismo que se espera habitualmente de estas propuestas. La espera terminó y aquí se podrán ver con algún detalle, los entresijos de la accidentada vida conyugal de Bella y Edward.
Si la adaptación arruinó por completo el segundo mejor libro de la tetralogía ("Eclipse"), en esta ocasión Bill Condon se esforzó por conseguir una mayor fidelidad al original tanto en lo narrativo como en lo tocante a tensión dramática. El resultado es un filme cuyos personajes adolecen del mismo problema que en las anteriores entregas (poca profundidad y menos convicción a la hora de transmitir sus emociones), pero al menos ahora la espera de que pase algo está matizada por un factor moral nunca antes planteado, aunque bastante más interesante que los conflictos entre la parejita (o trío: no olvidemos al buen Jake) protagónica.
La trama avanza muy lentamente en el principio, sólo para regodeo de las fanáticas: promediando la accidentada luna de miel de Edward y Bella la acción crece progresivamente y ya no decae hasta unos muy bien logrados veinte minutos finales.
Definitivamente, si había una cinta de "Crepúsculo" que mereciera atención y cuidado, era esta. Vienen bien: ahora habrá que esperar a la segunda parte.