LA ETERNIDAD APESTA
Odio muchas cosas y a muchas personas, pero en especial a aquellos que alcanzan el éxito sin ningún merito. Garcas que solo cuentan con un ejército de infradotados (“forros”, en criollo) siguiéndolos por detrás, aplaudiendo las gansadas que hacen y agrandándoles los egos. Si cada película fuese una persona, LA SAGA CREPÚSCULO sería un reverendo hijo de puta. Algo amanerado también, pero más que nada uno de esos garcas. Porque nada de lo que hizo desde su nacimiento en 2008 fue un mérito. Ni bien saltó al cine, la serie creada por Stephenie Meyer (una cuasi-escritora que seguramente fue la gordita pesada de la clase, enamorada del pibe popular) se dedicó solo a cagarse en muchas de las cosas que amábamos: los vampiros, los hombres lobo, las entregas de premios onda MTV Movie Awards, la literatura fantástica, la carrera de Michael Sheen y el cine mismo, por no mencionar a nuestro pollo, Cedric Diggory, que en paz descanse. Tal vez ahí radica ese odio incontrolable que sentimos por ella, o tal vez sea por su cursilería estrafalaria, sus ideas psicóticas acerca del amor o el cómo le enseñaron a toda una generación de niñas que no hay nada más importante que tener un macho pollerudo. Ay, si tan solo algún alma caritativa se hubiese garchado a la Meyer antes de que todo esto sucediera, tal vez ni siquiera existirían los vampiros que brillan a la luz del sol, los lobos explosivos o los actores tan de madera como Taylor Lautner o Kristen Stewart. Pero una época de sequía sexual puede ser el desencadenante de la saga cinematográfica más injustamente exitosa en la historia, y de la era más triste para los chupasangres y los licántropos. Si detestan LA SAGA CREPÚSCULO tanto como yo, prepárense. Ya hay en cines una razón más para odiarla: AMANECER – PARTE 2 (BREAKING DAWN – PART 2, 2012), el peor final que podría pedir esta franquicia y, aunque sea imposible de creer a esta altura, la peor de todas las entregas. Parafraseando al gran Homero Simpson, he visto muchas bazofias pero esta fue la mayor bazofia entre las bazofias.
Puedo entender a las fanáticas que se enganchan con la historia de una adolescente normal y medio tilinga (así como ellas) que conoce a un príncipe azul que la lleva a un mundo de emociones intensas, abdominales bien marcados y sexo marital. Y aunque sé que AMANECER – PARTE 2 cubrirá las expectativas de (casi) todas ellas, me es imposible hablar del film como algo que no sea una verdadera pedorrada. La segunda parte de este final es un insulto al espectador - más allá de una perdida de tiempo y plata -, ya que su historia y la de la primera AMANECER están descaradamente estiradas para poder abarcar la duración de dos films y, por ende, una doble recaudación. Esto se hace evidente cuando las horas pasan y en pantalla vemos escenas y personajes que realmente no aportan nada, a Bella haciendo pulseadas o pateándole el culo a Jacob porque le tiene ganas a su nena recién nacida (PEDO BEAR ALERT!). Si no son simpatizantes de la saga, los primeros ¾ del film - hasta llegar a la batalla final (que tampoco es de lo mejor, ya llegaré a eso) - pasarán muuuuy lentamente. Poco entretenida, visualmente pretenciosa y narrativamente embrollada al pedo, AMANECER – PARTE 2 es una tortuosa agonía. Un minuto de silencio para nuestros valientes que fueron arrastrados al cine por sus novias…
La película empieza con Bella despertando como un ser inmortal. Al principio no sabe ni caminar, la muy boluda, pero aun así es re copada. Salta, corre, trepa, tiene super-visión, super-fuerza y las habilidades de los otros vampiros no la afectan (Sí, sí, cada vampiro tiene un poder diferente ¿Se acuerdan? Cof cof malísimo cof cof). Bien podría ser un superhéroe en lugar de ponerla por enésima vez con Edward, pero bueh, en el film se dedica solo a hablar, a pelear con pumas por comida (¡posta!), a romper piedras usando sus puños y a decirle a Jacob que tiene un olor a bola que voltea ¡Y todo eso haciéndolo con su cara Poker Face elevada a la quinta potencia! Después de ese comienzo para nada atrapante, Bella conoce a su hija Renesmee, que primero es un bebé muy creepy creado innecesariamente por animación digital, con los peores efectos de computadora que haya visto en un personaje de este estilo. Tres escenas después, esta ya es una nena un poco más grande (si, crece rápido, ammmmm) que vuela y junta copitos de nieve junto a Jacob (PEDO BEAR ALERT! ¡DE NUEVO!). Mientras se pasea por ahí junto a mamá Bella, uno de los personajes presentados en el film anterior, Irina (Maggie Grace), la ve de pedo y se horroriza al creer que los Cullen mordieron a una niña. Sin saber que en realidad nació mitad-vampiro (y en lugar de ir a preguntarle a Bella “¿Qué onda?” para poder ahorrarse todo el quilombo), Irina viaja a Italia a reportarle este “crimen” al clan de los Volturi, quienes deciden ir a Forks para liquidar a la pendex. Para impedir esto, los Cullen viajarán por el mundo buscando testigos (¿?) que los ayuden a convencer a los Volturi de que Renesmee no representa un peligro. Cada uno tiene su pequeña historia, un poder diferente y colaborarán en la batalla final por el destino de su familia. Igual, todos estos nuevos personajes son inútiles para la narración, casi todos están de relleno o no se los desarrolla de manera correcta.
De eso trata este quinto film que falla atrozmente en varios niveles. Sin embargo, donde más tambalea es al convertir a sus personajes en puros objetos al servicio de la narración, que se dedican solo a esperar que la trama avance, que no generan empatía ni evolucionan para bien - Edward y Jacob no aportan nada nuevo, y lo poco de atractivo que tenía el personaje de Bella (una humana dentro de un mundo sobrenatural) se perdió para siempre -. AMENECER – PARTE 2 intenta ser graciosa (charlas con doble sentido, Jacob desvistiéndose frente a Charlie o la enfermiza relación entre el lobito y Renesmee) pero se vuelve patética o de mal gusto; intenta ser sexy (Edward y Bella garchan como si no hubiese mañana), pero sus escenas en la cama siguen presentándose en planos inentendibles, en fundidos a negro o en un vistazo a la espalda desnuda de la Stewart, que tiene menos sensualidad que una papa. También intenta ser atrapante y misteriosa (con la sub-trama de las pistas dejadas por Alice), pero dichos enigmas no llegan a nada. Y, tratándose del final, prueba con ser emocionante, trágica o emotiva, pero no se anima lo suficiente como HARRY POTTER Y LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE: PARTE 2 (2011). Tampoco se esfuerza demasiado. Va a lo seguro, a la resolución fácil, al final feliz y predecible, y lo peor es que no tiene nada nuevo para decir sobre temas como la muerte o la inmortalidad, el amor, la familia, la paternidad, etc.
Su guión - estirado hasta más no poder - es un pastiche torpe y casi sin forma, con escenas redundantes o de una cursilería insoportable. Por otra parte, el director Bill Condon busca darse aires solemnes, pero la mayoría de los planos parecen sacados de un videoclip (de los malos). Los efectos especiales son imperdonablemente flojos para semejante proyecto, pocas de las actuaciones se salvan (la de Sheen como un afeminado Aro podría ser fácilmente el fin de su carrera) y hasta los maquillajes son poco creíbles. Pero nada, NADA, es tan malo como el climax. Si bien la mayor parte del film es muchísima charla y poca acción, hay que reconocer que la batalla final entre los Volturi y los Cullen (+ testigos + manda de lobos) es el momento más épico, emocionante y violento que tiene la saga. Funciona muy bien (a pesar de los FX) ya que incluso se da el lujo de despacharse crudamente a varios de los personajes más queridos por los fans. Lamentablemente, un giro sorpresivo (SPOILERS) - Toda la batalla es solo una visión de Alice, que le muestra a Aro cuál será su futuro si se animaba a meterse con ellos - (FIN DE SPOILERS) tira todo por la borda. La incrédula masa de espectadores ríe aliviada, mientras que este crítico se levanta sintiéndose estafado y ofendido, a putear a la pantalla, a los cuatro vientos y a los responsables de esta bazofia. No la odio solo por usar ese bajísimo recurso, porque es una película aburrida, un mal final y un film hecho solo para satisfacer a las fanáticas. La ODIO con todo mi ser porque es un éxito en taquilla sin esforzarse, sin arriesgarse y sin innovar. Y peor aún, cagándose por quinta vez consecutiva en nuestras criaturas de la noche favoritas, que ahora ya son solo vagos recuerdos tapados por una montaña de porquería ¡¿Estás contenta, Stephanie?! “Sí”, dice la conchuda mientras cuenta billetes.