Luego de cuatro películas de fluctuante calidad, una de las sagas adolescentes más populares de los últimos años llega a su fin, y en Breaking Dawn: Part II la historia de Bella y Edward ofrece una conclusión vergonzante y carente de afecto, tan fría como los propios vampiros de la saga.
Cada minuto de las agonizantes dos horas que dura la película se encargan de dinamitar todo lo logrado por los anteriores directores con mayor o menor pericia. Este desenlace carece de enfoque y casi todos los puntos negativos son imposibles de soslayar. Siendo la entrega con mayor presupuesto de todas, es la que peor luce técnicamente, no hablemos ya de vampiros brillantes u hombres lobo de cartón, sino de la cantidad apabullante de malos efectos especiales que se suceden, los más concentrados en la progenie de la parejita del momento, un horror insubsanable que se ve y se siente atroz. Realmente en el único punto que podría marcar una diferencia considerable, hicieron agua brutalmente.
Ya lejos quedaron las épocas en las que se discutían las habilidades de interpretación de Kristen Stewart, Robert Pattinson y Taylor Lautner: todos son paupérrimos y juegan una carrera a ver quién dice más parlamentos de la manera más vacua y gélida. No hay calidez en sus papeles y todo lo que sale de sus bocas suena superficial e irrelevante. Del resto, no hablemos, o mejor si: grandes talentos como Dakota Fanning y Michael Sheen están absolutamente desperdiciados, siendo ella la gran perdedora con una sola línea en todo el film, y él empujado a una especie de Sombrerero Loco pálido.
Entré a la sala esperando un final predecible, almibarado y cliché. Durante más de hora y media de metraje, mis expectativas iban en línea con ese final que tenía en mente, pero por alguna de esas casualidades de la vida la guionista Melissa Rosemberg y el director por segunda vez en la saga Bill Condon intentaron innovar y mejorar el aburrido y nada explosivo final del libro con una escena totalmente inventada. En cierto momento creí que lo lograrían, realmente tuve genuina emoción al pensar que, después de todo, se habían superado y alcanzado lo que nunca supuse que lograrían. Incluso la palabra redención se me pasó por la mente. Cinco minutos después un baldazo de agua fría fue lo que sentí. El insulto final, la última carcajada al espectador que pensaba que la saga podría despedirse de la mejor manera posible, teniendo en cuenta el viaje.
Breaking Dawn: Part 2 va a reventar taquillas y las seguidoras morirán de emoción con la última aventura de sus personajes favoritos, pero más allá del fanatismo exacerbado, no hay ningún atisbo de esperanza que redima a la saga. Ninguno. Twilight ha muerto, para siempre. Dios existe, tal parece.