Crónica de un final anunciado
Las chicas la adoran. El torso desnudo de Taylor Lautner, la mirada eternamente enamorada de Robert Pattinson y gesto lacónico de Kristen Stewart a la espera de un amor sin final, fueron gancho más que suficiente para hacer de la saga Crespúsculo un melodrama en cuatro entregas a seguir con fidelidad durante los últimos cinco años.
El cierre --desglosado en dos partes-- se conocía desde la promoción de la primera parte, el año pasado, así que la segunda, recién estrenada y motivo de estas líneas, no deparaba demasiadas sorpresas, excepto la de saber cómo se desarrollaría el relato.
El cuento dice que, luego de casarse con su amado Edward Cullen y de dar a luz a la hija concebida junto con su marido y vampiro, Bella Swan murió y renació transformada en una inmortal.
A su despertar, se entera de que Jacob Black, su amigo-hombre lobo, quien se disputaba con Edward su amor, se imprimó de la bebé Renesmee y que de allí la inequívoca atracción que siempre había sentido hacia ella.
Entre las noticias, se suman la condición mortal de la niña y un crecimiento veloz que la hace ver como de seis meses siendo apenas una recién nacida.
Una más no tarda en llegar, y es que, por venganza, hubo quien se encargó de informarle a los Vulturi --la casta original de vampiros-- que los Cullen han roto el pacto de no transformar niños en inmortales sedientos e incontrolables, y que vienen a presentar batalla, a la caza de Renesmee.
Entonces, lo que hasta este punto de la saga fue una lucha por el amor de pareja, se convierte en una guerra de escala mundial por la defensa de la familia, que pliega a las huestes de los Cullen a los licántropos que deciden dejar atrás rivalidades ancestrales para apoyar la necesidad de Jacob de cuidar y hacer feliz a Renesmee.
Cierto es que de la serie literaria escrita --y producida para el cine-- por Stephenie Meyers, Amanecer resulta el libro más extenso.
Según las explicaciones de producción, a ello --y nadie se atreva a malpensar que a una mejor explotación económica del éxito en salas-- se debe la subidivisión realizada, que deparó para el final el último tercio del volumen, con una promesa de dimensiones épicas.
Muy lejos quedaron los hechos de los dichos, puesto que este desenlace parece realizado por quien desea terminar un trabajo para cerrar la puerta y tirar la llave.
A pesar de sus cartas de presentación, el oscarizado Bill Condon construye la narración con tropezones y caídas. Sólo algunos momentos en el comienzo logran involucrar al espectador y nobleza obliga a destacar la sorpresa de un extenso flashforward.
El resto logra la calidad de las peores películas realizadas para la televisión de media tarde.
Claro que, a estas alturas de la saga, cuando la taquilla está asegurada por la fidelidad de las seguidoras y la curiosidad de otros cinéfilos --ver recuadro--, no había mucho para perder, al menos en términos comerciales.
¿El prestigio? Crepúsculo nunca fue Harry Potter, El Señor de los Anillos o Las Crónicas de Narnia; quizás no pretendió serlo. Para el recuerdo, no lo será.
La más vista.
Amanecer, parte 2 tuvo la mejor apertura local de 2012 y superó en su estreno la recaudación de las cuatro películas anteriores de la saga.
Entre el preestreno del miércoles y las funciones del jueves, fue vista por 113.683 espectadores en 242 pantallas de cine de todo el país, informó la oficina de prensa de la distribuidora.
El filme, con esa cifra, encabeza la asistencia semanal y se convirtió en la mejor apertura de las películas estrenadas en 2012. Además, se ubicó como la cuarta mejor apertura histórica de los últimos quince años.