(Anexo de crítica)
Hace cuatro años Katherine Hardwicke nos presentaba el comienzo de una saga más sobre lobos vs. vampiros basada en un obra compuesta por Stephanie Mayer y que consta de cuatro volúmenes que serían transformadas en cinco films (al igual que en Harry Potter y por cuestiones de marketing la última novela se dividió en dos). Recuerdo que sin ser una maravilla, disfruté de esa primera entrega ya que al menos cumplía su objetivo de entretener y esperé con ciertas ansias su continuación.
No sé si fué por el cambio producido tras las cámaras en las siguientes entregas, pero lo que me había gustado de la primer parte de a poco se fué desvaneciendo y eso hizo que fuera a sala a ver el cierre de esta historia, más por obligación que por placer y creanme que con muy bajas expectativas. Menos mal.
Aclaro que no he tenido el ¿placer? de leer las novelas, lo cual me impide hacer comparaciones sobre el traspaso del papel al fílmico, pero si me he tomado el tiempo en preguntar sobre las mismas a quienes las leyeron y pude notar que hay grandes diferencias, sobre todo en esta última. Lo cual me lleva a preguntarme porqué, siendo la misma autora de la novela quien produce el film y seguramente asesoró en la escritura del guión.
Tras haber dirigido muy buenas películas (Gods and Monsters; Dreamgirls y la ganadora del Oscar Chicago, entre otras) me cuesta entender que fué lo que llevó a Bill Condon a hacerse cargo de la dirección de la última novela y más aún de haberla dividido innecesariamente en dos.
De poco sirve hablar de la historia en sí, ya que quienes vayan a verla saben muy bien de que viene el asunto. Pero para algún despistado que no esté al tanto solo les puedo decir que la parte dos comienza exactamente donde finalizó la primera, cuando Bella habría sus rojos ojos de vampiresa al haber sido convertida por su amado Edward luego de morir al dar a luz a la hija de ambos: Renesme.
Es justamente en base a la niña (de bebé creada digitalmente y que crece a una gran velocidad), donde se centrará la segunda parte, por supuesto que luego de una larga presentación de Bella intentando adaptarse a su nuevo mundo. Es ahí donde empezamos a encontrar las primeras de muchas falencias en un guión que provoca risas en una platea que parece haber olvidado que comenzó viendo la saga Crepúsculo como una historia de amor, como un triángulo amoroso entre esta Bella y sus dos bestias. La primera hora y cuarto resulta larguísima y solo se puede destacar, más allá de algunas escenas bien fotografiadas, la enorme actuación de Billy Burke como el preocupado padre de la protagonista. Su genial "Charlie" es quien merece llevarse los mejores elogios en lo que respecta a las actuaciones. Aunque es una pena que su participación sea tan breve.
Es en los últimos cuarenta minutos donde el film remonta un poco. Cuando Renesme es vista paseando por el bosque, rápidamente se da aviso a los Vulturi, quienes dan por sentado que esta niña es inmortal. Creyéndola una gran amenaza para su especie inician su marcha hacia el enfrentamiento con los Cullen con el fin de destruírla. Pero una visión de Alice advierte a su familia y todos salen a recorrer el mundo en busca de vampiros que oficien de testigos en la batalla, que contará también, con el apoyo de Jacob y su tribu (al público masculino les consejo que se tapen los oídos cuando Jacob vaya a sacarse la remera, ahí las muchachas estallan en gritos y aplausos ensordecedores).
Hay sí, una batalla y se puede decir que a nivel técnico está impecablemente realizada y así como en la primera mitad se lucía el padre de Bella, en esta parte se destaca (a pesar de su horrible peluca) el genial Michael Sheen. Esta vez se justifican las risas del público y por momentos su personaje Aro, líder de los Vulturi, al menos en lo personal me hizo recordar al inolvidable bufón que interpretó Stephen Rea en Entrevista con el Vampiro, de Neil Jordan. Resta decir que sobre el final habrá una vuelta de tuerca, de la cual por obvias razones conviene no anticipar detalle. Lo que sí es seguro que Amanecer parte 2 va a llevar mucha gente a sala. Lo que no significa que todos vayan a quedar satisfechos por igual.