¿Qué le habrá atraído realmente a Ashton Kutcher del guión de Amante a Domicilio? ¿Habrá sido la oportunidad de mostrar su faceta humorística de forma más sutil y al mismo tiempo un perfil dramático usualmente poco conocido, o el hecho de poder tener sexo desaforado con la primera “bomba” que se cruzaba en su camino, y hacer la gran vida en una de esas nuevas mansiones (Spread) de Los Angeles?
Hay que admitirlo ¿quién no querría tener la vida fácil de Nikki (Kutcher) al menos por un día?
Nikki es un vago, un vividor, un gigoló. Pero no como Richard Gere. Realmente, Nikki vive de las mujeres. No tiene hogar fijo. Seduce a la primera cuarentona atractiva, adinerada, adicta al sexo que encuentra en un boliche y se planta en su casa, al tiempo que tiene aventuras con jóvenes modelos que encuentra en el camino.
Nada le falta a Nikki. Tiene labia, una cara bonita y estilo. Cerebro no necesita. Cuando su último “levante” Samantha (Anne Heche), deja su casa sola, Nikki no duda en hacer grandes fiestas y cosechar numerosas seguidoras. Todo funciona a la perfección. Lujos, comida, pileta. A cambio, solo debe “cumplir” sexualmente.
El problema surge cuando se enamora de Heather (Levieva), una mesera de un cafetería, que, al principio lo rechaza, y después empieza a jugar con él de la misma forma que él juega con el resto de las mujeres, haciéndose desear, prometiendo que lo va a llamar y no lo hace, hasta que pronto ambos sucumben el uno por el otro, lo que le trae como consecuencia perder la “vida fácil”.
La primera parte del film de Mackensie empieza “interesante”. El retrato de la vida sexual de Los Angeles es superficial, pero despiadado, misógino, satírico. Un poco más explícito de lo que generalmente suelen ser las películas hollywoodenses, aunque no tiene la sequedad ni frialdad de las anteriores películas de su director. Más bien, parecen postales sexuales de calendario, lidiando con una soft movie, un poco más divertida.
Ya en El Joven Adam, especialmente, Mackensie ponía a un joven mujeriego y violento (Ewan MacGregor) que usaba a las mujeres como mejor le convenía. En ese sentido, Nikki cumple el mismo rol pero con una clase social elevada, en contraste con el protagonista de la anterior, que sucedía en la clase obrera y pesquera británica. Aún con similitudes con películas adolescentes cínicas similares como Las Reglas de la Atracción de Roger Avary, se nota que la mirada de Mackensie es alienígena. Entre la comedia y la crítica, aunque no demasiado mordaz, se pueden apreciar buenos momentos hasta que Nikki conoce a Heather, y la interpretación contenida de Kutcher ayuda a que esto suceda. Incluso hay que reconocerle dos planos secuencias (el primero en el que muestra el proceso de levante en un boliche, el segundo en una pileta) realmente inusuales en el cine estadounidense. El problema surge cuando encuentra a Heather. En este punto, la narración se vuelve completamente inverosímil, cuando muestran tan ingenuo a Nikki, y al tomar por tonto al protagonista parece que se está subestimando la inteligencia al espectador. Las situaciones toman un carácter previsible y de mediocrísima comedia romántica estadounidense. Como si en el medio se hubiese cambiado de director sin aviso. La estética se vuelve televisiva, y las escenas sexuales, poco riesgosas.
Los pocos e interesantes logros de la primera mitad se vuelven olvidables ante cursis y estereotipados diálogos. A medida que se “normaliza” Nikki, sucede lo mismo con la película. El final agridulce, a lo Mujer Bonita u otra similar película ochentosa, no hacen más que confirmar la poca imaginación del guionista y realizador para terminar una historia, aun cuando el último plano, resulte interesante y simbólico, lo visto en los previos 45 minutos, no terminan de convencer.
Kutcher, como productor y protagonista, intenta mejorar su promedio con respecto a anteriores interpretaciones. Pero no logra ser convincente todavía en su perfil más dramático / romántico. Puede mejorar, aunque le salía mucho mejor, el Kelso de la serie That’s 70s Show. Como le dice Samantha, “solo es un muchacho con cara bonita”.
Por otro lado, decepcionan bastante el resto del elenco. Anne Heche demuestra, con el paso de los años, que solamente ha mejorado físicamente. Mientras que la prometedora Levieva (la bomba sexual de Adventureland) no puede sostener un protagonismo, ni siquiera como contraparte de Kutcher. A esta chica le falta mucho camino para transitar, y sin duda fue elegida por tener “otros” talentos.
Al final, la película es un espejo de la vida lujosa de Los Angeles: superficialidad, buenos cuerpos (todos artificiales) y sexo fácil. Por lo menos las películas “soft” son más honestas en sus pretensiones.