La comedia soltera y sin apuros
Estamos en presencia de una comedia romántica que no escapa a los prototipos que han inundado la pantalla últimamente. Enmarcada en una historia que aborda los problemas amorosos, las segundas oportunidades en el amor y las relaciones dispares, Amante Accidental (The Rebound, 2009) nos pasea por las distintas complejidades que la pareja debe afrontar siendo un retrato del comportamiento en los vínculos del siglo XXI.
La historia nos sitúa en la vida de una atractiva cuarentona ama de casa suburbana que resulta engañada por su marido. Tras enterarse de la infidelidad, ella decide escapar a Nueva York y empezar allí una nueva vida. En su camino se cruza un joven mucho menor que ella, y entre ambos surgirá una inesperada atracción romántica.
Hay algo de tragedia en esta relación que puede ser vista un tanto ilógica: ella con su pasado turbio de engaños, hijos y separación; él un joven con los intereses y las aspiraciones propias de cualquier muchacho de su edad. Y dónde surge una posibilidad para un nuevo comienzo amoroso -casi como una liberación interna- se interpondrá la diferencia de edad como obstáculo a sortear, convirtiéndose éste en el peor enemigo para la aceptación social. una piedra en el camino que emprende esta mujer para recomponer daños sentimentales del pasado.
Bart Freundlich –quien es la actual pareja de Julianne Moore- ha dado a conocer su nombre en el terreno del cine independiente y ésta es una de sus primeras incursiones en el Hollywood más comercial. Contado como un dulce e improbable cuento de amor, Amante Accidental se burla de la diferencia de edad entre sus protagonistas para que en la historia prevalezca lo eterno y lo incondicional, sin ser visto el romance como una mera aventura prohibida. Sucede que en su concepción hay notorios errores que el film paga caro. Quizás no sea Catherine Zeta Jones la actriz indicada para este papel o la historia demasiado cliché.
La lucidez es una característica de la que el film goza solo en contados pasajes. Justamente esa inconstancia a la hora de pretender ser un producto homogéneo, acaba siendo no más que interesante en sus aspiraciones dramáticas, pero fallida desde su faceta cómica. No logra llegar al espectador con la suficiente fuerza como para entusiasmar más allá de la primera media hora de recorrido. Los gags ya conocidos –incluso cuando se ha de emplear el humor escatológico- son puestos en marcha no con demasiada perspectiva para generar algo de mejoría, atractivo y comicidad cuando el sopor amenaza.
La comedia romántica sobre engaños, divorcios y nuevos amoríos es todo un subgénero en Hollywood. Un tópico siempre atrayente y cautivante que la modernidad ha ido reinventado en base a historias cursis dónde los convencionalismos se vuelven arquetipos. Amante Accidental se encuentra más cercana a este tipo de falencias, como esas parejas sin retorno prontas a la ruptura que han perdido la pasión.