Si Wes Anderson tiene su Gran Hotel Budapest, nosotros tenemos a nuestro Gran Hotel Amapola, a orillas del Delta. En el Museo de Arte Tigre, Eugenio Zanetti rodó su primera película bajo un gran elenco local e internacional. A esto me refiero que desde Leonor Benedetto, Lito Cruz y Elena Roger -solo por nombrar algunos- incorporó en su casting a la californiana con acento portugués, Camile Belle; al canadiense François Arnaud (véase en Yo Maté a mi Madre) y la queridísima Geraldine Chaplin. Estos tres últimos, como los protagonistas de Amapola.
A modo de un hermoso cuento con tintes sepia, la historia comienza a desarrollarse a principios de los cincuenta, donde la pequeña Amapola nos introduce en la historia y su deseo de encontrar el amor, algún ser amado que llegue desde esas aguas calmas.
Diez años después, la joven Amapola lista para actuar en un gran espectáculo que brindan en el hotel, conoce a un apuesto muchacho e inmediatamente se enamoran. Una espantosa tragedia los acecha por aire y tierra, lo cual obliga a los amantes a separarse.
Un cuento de hadas y sueños románticos a orillas en el Tigre.
Mucho tiempo después, Amapola se encuentra nuevamente en lo que antes era su hogar, ahora destruido y a punto de rematarse. Mientras llora a los pies de su abuela, escucha los consejos desde el más allá que la impulsan a volver el tiempo atrás y cambiar los errores del pasado.
La historia se repite pero esta vez tendrá un final feliz…
Si la película no hubiera tenido inconvenientes en su narración y montaje principalmente, hubiera sido mucho más placentera. No se puede discutir sobre los excesos de escenografías, vestuarios, banda sonora, arte, ya que estamos ante un film de Eugenio Zanetti; pero tampoco se controló con el desfile de actores que solo al verlos lo primero que uno piensa es: “¡también está acá!”, que pasan sin pena ni gloria. Y ni qué hablar de las escenas coreográficas comandadas en la ficción por Nicolás Pauls ya que tras de cámara fueron diagramadas por Ricky Pashkus.
Es una pena que con semejante producción no se haya utilizado de una manera más ordenada y eficiente. Así como también se desaprovechó la figura de Geraldine Chaplin que solo aparece en un par de escenas.
… y colorín colorado, este cuento se ha terminado.