Amapola del 66
El apellido Zanetti es, en general, asociado al éxito en Argentina: tenemos al Pupi, jugador de fútbol un tanto sobrevalorado pero de carrera respetable y con un sentido de la caridad similar al de Facundo Arana (sí, es el Facundo Arana del fútbol); también tenemos una distribuidora de golosinas de gran éxito en Mar del Plata y Miramar con ese nombre; y cómo no, a Eugenio Zanetti, diseñador de producción ganador del Oscar por Restauración en 1995 y también nominado por su labor en Más allá de los sueños. También trabajó en la maravillosa El último gran héroe y ahora dirige Amapola.
Digamos que las críticas argentinas han sido, con toda justicia, duras con Amapola. Sin embargo, varios de esos críticos trataron con demasiada benevolencia a Metegol, de otro ganador del Oscar argentino, el omnipresente Campanella. Y digamos que Amapola es mala y fallida, pero Metegol es un desastre indignante y sobrevalorado.
Con tan sólo ver el tráiler cualquiera podría sospechar que algo anda mal en la película de Eugenio Zanetti, y luego de verla completa podemos confirmar las sospechas. Hay una larga lista de elementos malogrados en el film. Espero poder recordar los más importantes.
Principalmente, lo desastroso del film es el guión, que en principio cuenta con una estructura simple: Amapola (Interpretada por Camilla Belle, que tiene la cualidad de elegir días clave en la historia Argentina reciente para contar sus historia) pide un deseo el 26 de julio de 1952, día de la muerte de Eva Perón. Su deseo se cumple el día del golpe de Onganía en 1966, pero justo suceden algunas arbitrariedades que poco tienen que ver con ella y el día termina en tragedia, ella se desmaya y su conciencia viaja en el tiempo a 1982 cuando estalla la guerra de Malvinas y puede ver las consecuencias de aquel día trágico de 1966. Hay un obvio esfuerzo por hacer un paralelismo entre la historia argentina y la vida de Amapola, pero se nota lo forzado de la situación y queda en evidencia que no tienen nada que ver. Además, el principal drama que sufre Amapola en 1982 es la muerte de su abuela Meme (Geraldine Chaplin), que poco tiene que ver con lo que sucede en 1966. ¡La vieja murió de vieja! En fin, Amapola vuelve en el tiempo y arregla todas las cosas que sucedieron ese día que tendrán consecuencias en el futuro y todo termina en una gran pijamada general que parece el fin de una orgía producida para Disney.
Así de caótico es el guión, al cual le podemos sumar fallas más pequeñas pero que suman al desastre, como por ejemplo el esfuerzo de la bonita de Belle por hablar en español con acento argentino que distrae durante toda la película. De hecho, el romance que tiene con el personaje de François Arnaud esta “hablado” en inglés porque sino la falta de fluidez sería insostenible, pero se nota el horror cuando habla con Lito Cruz o con Leonor Benedetto. La actriz hace lo que puede y si se fijan bien, en algunos instantes podemos ver en su cara cierta expresión, como si pensara “debo cambiar de representante”.
Si hablamos de las actuaciones es evidente que Arnaud y Chaplin provienen de cierta escuela de actuación que les permite salir más o menos bien ante la cámara de cine. Digamos lo obvio de las actuaciones de argentinos: Leonor Benedetto hace de mujer que está muy bien para su edad (aunque eso ya no es así); Lito Cruz, como siempre, sobra su papel porque alguien le dijo que es el mejor actor de su generación; Nicolás Scarpino exagera; Juan Acosta exagera y se emborracha todo el tiempo sin que nadie le haga notar su grave alcoholismo; Nicolás Pauls hace de “soy el Pauls más inofensivo, el menos pretencioso y el absolutamente olvidable”; Elena Roger canta; Esmeralda Mitre es injustamente despreciada por los protagonistas; y por alguna razón la cámara esquiva la evidente fotogenia de Liz Solari por lo cual es difícil descubrirla hasta los créditos.
No recuerdo si hay algún agradecimiento para el museo de arte de Tigre ya que allí sucede toda la historia, de todas formas vale la pena visitarlo, ya que es muy bonito, aunque puede llegar a provocar que sus visitantes voten por Massa.
Por último, dado que me aburrí bastante viendo esta película, sintiéndome desconcertado durante la mayor parte del metraje me premio dándome el lujo de titular esta crítica como lo hacen en el suplemento cultural de Pagina/12, es decir, haciendo referencia a otra manifestación cultural que poco o nada tiene que ver con la que se está reseñando.