Amapola

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Detrás de “Amapola”(Argentina, 2014) de Eugenio Zanetti está el sueño de uno de los mejores “artistas” que tenemos en este país y su película es un homenaje a la historia argentina, en la que, a través de la ficción y dentro de un hotel se van narrando de manera episódica algunos hitos con los que Zanetti inevitablemente se sintió marcado personalmente. A saber: la muerte de Eva Perón, el Golpe de Estado de 1962 y la Guerra de Malvinas.
El primer hecho, la muerte de Eva, es el que da inicio a la historia. La célebre grabación en la que se menciona su fallecimiento, nos introduce dentro de las paredes del Gran Hotel Amapola y lo asocia directamente a la época de bonanza económica del peronismo (aunque del Hotel sólo veamos dos habitaciones).
A orillas del río Paraná el Hotel recibe periódicamente a turistas extranjeros para poder descansar y además disfrutar de arte y música.
De la mano de Amapola (Camilla Belle), una jóven que de pequeña dejó en el río su “fonola”, con la clara intención que esas mismas aguas que le quitan su bien más preciado le devuelvan en algún momento la alegría que le producía la música encarnada en un hombre, iremos conociendo las particularidades de los habitantes del hospedaje y de aquellos que, como Luke (Francois Arnaud) y su novia Sissy (Esmeralda Mitre), visitarán momentáneamente.
Ama (Belle) tendrá un flechazo instantáneo con Luke (Arnaud) e intentará entablar un vínculo inmediato para poder así conocer el amor, ese que espero siempre a orillas del río.
Pero los sucesos harán que el siguiente hecho, el Golpe de Estado, atraviese ese encuentro y determine que una representación de “Sueño de una noche de verano”, termine en un caos al ser alcanzada por un bombardeo militar.
Rápidamente llegará el siguiente hecho, la Guerra de Malvinas, con Galtieri en la pantalla de la cocina del hotel gritando “si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla” y Amapola asistiendo al funeral de su abuela Meme (Geraldine Chaplin), con quien la joven no sólo compartía vínculo sino, principalmente, la posibilidad de “ver” más allá del aquí y ahora.
Enmarcada dentro del realismo mágico, la historia de Amapola y su amor imposible, verá como gracias a la revelación de que todo es un “sueño” podrá una vez más vislumbrar un cambio en su presente/futuro.
Así viajará en el tiempo (resuelto de manera simple) y por la magia de la edición, Zanetti hará que Amapola vuelva a 1962, a la noche de la representación teatral y pueda ir atando uno por uno los nudos que se fueron desatando de su historia y los suyos para evitar que todo culmine en tragedia (Amapola sería el revés de “Volver al Futuro”).
Al rescate de valores familiares, y el amor como principal vector, es que Zanetti saldrá con un enorme despliegue visual, de vestuario y escenografía, y con el que una vez más se afirmará como el gran artista que es.
En cuanto a la historia y la dirección, aún le falta mucho para lograr transmitir la pasión que se intenta contar en la pantalla (sólo dos besos y una escena púdica de amor), con algunas situaciones que pueden llegar a causar mucho más risa que empatía (como la elección de escenas de baile y canto para generar transición entre las acciones).
El elenco, además de las estrellas internacionales, se compone por actores de la talla de Lito Cruz, Leonor Benedetto, Elena Roger y Juan Acosta, que intentan hacer lo que pueden con algunos diálogos ilusorios y hasta pasos de baile (el mambo de Benedetto).
Eugenio Zanetti se embarcó en un proyecto personal, barroco, arriesgado del que por momentos puede salir, apenas, airoso. Fallida.