Para algunos, el Super 8 fue la posibilidad de hacer cine familiar. Para Jorge Mario, dentista de profesión y hombre orquesta por vocación, fue la de hacer cine a secas.
Cuando el Super 8 alcanzó su auge en la década del ’70, los cineastas de entrecasa se multiplicaron. Las ventajas que ofrecía para el uso doméstico eran muchas e hizo furor entre quienes tenían el poder adquisitivo y, sobre todo, el interés en la materia. Con la llegada del video en los ’80, estas cámaras quedaron en desuso y fueron olvidadas. Si bien desde algunos años atrás ha vuelto a experimentar un crecimiento, el Bafici 2011 incluso ha creado una sección enteramente dedicada al formato, esa época parece dorada e irrecuperable. Con una gama variada de recursos, ni hablar de la facilidad que ofrece el digital, el cine parece al alcance de la mano, y este soporte fílmico un romance de nostálgicos. Néstor Frenkel, al igual que su estrella, busca rescatar a esas cámaras de ese destino de cajón, las pone en pantalla y las reivindica, las celebra.
Jorge Mario es un amante del cine, un hombre que vive por y para el séptimo arte. Su diploma reza 'Odontólogo', pero debería decir 'Cinéfilo'. Inquieto, apasionado, pocos deben mantenerse tan activos como él, sean jóvenes o viejos. A sus 70 años conduce un programa de radio, practica tiro, es el fundador de un grupo de boy scouts, subasta estampitas, colecciona lo que puede. Fue también un cineasta amateur en la época de gloria del Super 8 y aún conserva todo el equipo, incluso fue comprando más con el paso de los años. Cuarenta años antes filmó Winchester Martín, su obra cumbre, un western hecho con los vecinos emulando las películas que llegaban de Estados Unidos. Su filmografía se detuvo cuando el formato dejó de importar, cuando el VHS ganó la pulseada y relegó al otro al olvido. Hoy ve la oportunidad de recuperar ese pasado de realizador llevando adelante una segunda remake de esa película.
A modo de documental didáctico, Frenkel introduce al Super 8 de una forma original y divertida, siguiendo su historia y desarrollo a través de los años, toda una cadena de acontecimientos que llevan a conocer a Jorge Mario y sus películas hechas en casa. Desde el primer momento se reconoce que su estrella puede ser un personaje antológico, y a medida que avanza la historia se comprueba que efectivamente lo es. Jorge Mario es un hombre tan apasionado por su vida, tan convencido de lo que hace, que el espectador se entrega a lo que tiene para decir, esperando ver y oír cada vez más. Amateur es entretenida, efectiva, por momentos desopilante, aunque esto se termine haciendo en muchas oportunidades a costa del propio protagonista. Mientras veía la película no podía dejar de pensar en él y en qué pensaría de las risas que sus pasiones despiertan en el público. Es que uno se termina encariñando, y respeta su entrega total en todo lo que hace, por lo que reírse parece algo equivocado, algo involuntario. Quizás haya un poco de ficción en la realidad de Jorge Mario, no se puede saber, pero en ese desconocimiento hay un gran logro del director. Quizás Jorge Mario no sea un hombre que hace castings mientras juega al paddle o que honestamente piense en Pablo Rago o en Echarri para que protagonicen su remake, pero me gusta pensar que sí.